sábado, 15 agosto 2009. Quiero cruzar por la Plaza del Hospital Noble, pero pasan coches en todas las direcciones. Alguien me coge del brazo para ayudarme a cruzar. Vamos tan juntos andando entre los coches que no puedo ver quién es. Una vez en el parque, me separo un poco para ver quién es. Antonio Blanco me dice, no te separes mucho.
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Un coche con altavoces pasa por el paseo marítimo, suenan canciones de Neil Young que funcionan como flautista de Hamelin: miles de personas en bicicletas idénticas persiguen al coche. Yo estoy sentada en el paseo y miro las bicicletas ir y venir como si fueran bandadas de pájaros. De repente estoy en un despacho en penumbra. Un hombre a contraluz me cuenta cosas de su vida. Cuando me fijo en él veo que es Neil Young y, como si pudiera leerme el pensamiento, dice que sólo han puesto altavoces para que los fans lo dejen en paz. Pregúntame lo que quieras saber, dice. Me encojo de hombros, él se ríe. Eres la única persona del mundo que no quiere hacerme preguntas, dice. Eso es porque vas descalza, dice. En ese momento me doy cuenta de que me he dejado las alpargatas en el paseo marítimo.
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Un coche con altavoces pasa por el paseo marítimo, suenan canciones de Neil Young que funcionan como flautista de Hamelin: miles de personas en bicicletas idénticas persiguen al coche. Yo estoy sentada en el paseo y miro las bicicletas ir y venir como si fueran bandadas de pájaros. De repente estoy en un despacho en penumbra. Un hombre a contraluz me cuenta cosas de su vida. Cuando me fijo en él veo que es Neil Young y, como si pudiera leerme el pensamiento, dice que sólo han puesto altavoces para que los fans lo dejen en paz. Pregúntame lo que quieras saber, dice. Me encojo de hombros, él se ríe. Eres la única persona del mundo que no quiere hacerme preguntas, dice. Eso es porque vas descalza, dice. En ese momento me doy cuenta de que me he dejado las alpargatas en el paseo marítimo.