braille

domingo, 21 febrero 2010. Al entrar en la casa de mi abuela veo que hay un montón de folios sobre la mesa. Son algunos de mis poemas. Estoy numerando las páginas, dice mi madre. Sólo tienes una hora para enviarlos al concurso, dice. Intento quitárselos. Le digo que no pienso mandar nunca nada a ningún concurso de poesía. ¿Para qué escribes entonces?, dice. Se enfada, los arruga, los rompe. Mi padre va estirando como puede los folios que mi madre arruga. Mi hermana entra en ese momento con una caja de pastillas, dice que le haga una receta. Este medicamento es muy peligroso, le digo. Me da igual, dice metiéndose en la boca todas las pastillas a la vez. No sé qué hacer, pienso que todos se han vuelto locos. Intento llamar a Antonio Muñoz Quintana para pedirle ayuda, pero en la agenda todos los números están en braille.