navajas y camareros borrachos

jueves, 18 febrero 2010. Voy en un bus con dos maletas, una es enorme y no pesa nada, la pequeña pesa muchísimo. Un tipo grande que parece extranjero se acerca al conductor y le exige su billete. Los demás pasajeros se indignan, el que está a mi lado saca una navaja. Le digo que la guarde, que no hace falta hacer daño a nadie. Me la pone en el cuello y me dice que me baje inmediatamente. El bus para a la puerta del que fue mi colegio. Me obligan a bajar entre todos. Todos llevan navaja. Me siento en un banco a esperar que salga alguien. Me doy cuenta de que llevo una toalla liada en la cabeza, como si acabara de salir de la ducha. Cuando me la quito veo en mi sombra que se refleja en el suelo que tengo el pelo rizado.
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Parece que mi familia celebra algo en un restaurante. Los observo comer. Mi hermana ha pedido una tarta enorme con velas, pero le han puesto bengalas y no puede apagarlas soplando. Está muy triste, como si celebrara una ruptura o el aniversario de alguien que ha muerto. Mi tía se acerca a las burbujas que se forman sobre la tarta de manzana y dice que ahí se puede leer la suerte que le espera. Le digo que la suerte no existe. Repite en alto lo que he dicho y todos se ríen. En segundo plano, los camareros parece que estén borrachos, pues antes de servir un plato meten el dedo para ver si está caliente, o lamen los postres antes de servirlos.