domingo, 15 agosto 2010. David leo me enseña unos sellos-poema con dibujos y palabras que va a presentar a un premio de poesía. La peculiaridad de esos sellos es que los poemas según la dirección en que los leas cuentan historias diferentes. Camilo me ve desde lejos y se acerca a nosotros con los brazos extendidos, me toma de los hombros y me da dos besos muy marciales. He aprobado el examen de inglés, me dice muy serio.
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Llego a un almacén donde antes estaba la casa de la abuela de Odila. Una chica envuelve en plástico un cuerpo descuartizado. Intento salir de allí sin hacer ruido, sobre mis propios pasos. Mi madre me ve y me apunta con una pistola plateada que parece de juguete. Dice que tenga cuidado porque sólo le falta una bala. Forcejeo con ella. Consigo abrir el tambor. Las balas caen al suelo. La pistola será de juguete pero las balas son auténticas, dice mi madre muerta de risa.
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Llego a un almacén donde antes estaba la casa de la abuela de Odila. Una chica envuelve en plástico un cuerpo descuartizado. Intento salir de allí sin hacer ruido, sobre mis propios pasos. Mi madre me ve y me apunta con una pistola plateada que parece de juguete. Dice que tenga cuidado porque sólo le falta una bala. Forcejeo con ella. Consigo abrir el tambor. Las balas caen al suelo. La pistola será de juguete pero las balas son auténticas, dice mi madre muerta de risa.