jueves, 12 agosto 2010. Carmen y yo estamos en unas ala de espera de un hospital. Carmen tiene una pupila dilatada y la otra no. Tiene que operarle los ojos y tiene miedo. Una enfermera dice su nombre, pero voy yo en su lugar. En el quirófano me vierten sobre ojos y manos cera fundida. Me dicen que no me mueva, que la cera debe enfriarse sin romperse. Es muy doloroso. Me alegra que no se lo hayan hecho a Carmen.