sábado, 5 diciembre 2010. Me asomo a la ventana. Veo caer unos copos de nieve tamaño pelotas de balonmano. Al intentar alcanzarlas caigo al vacío. En el último momento consigo agarrarme con una mano a la baranda de una terraza. Alguien me golpea la mano hasta que me suelto. Oigo la voz de Joan. Recuerda lo que decía Bukowski, hay que ser un gato, dice la voz. Me retuerzo en el aire y caigo de pie sobre la acera nevada.