viernes, 10 diciembre 2010. Daniel y yo esperamos a que su hija Clara se despierte para salir de excursión. Daniel dice que ha olvidado los pañales. En el armario queda alguno, le digo y saco de un armario un pañal enorme para adulto. Daniel me mira con cara de espanto. Lo extiendo sobre la cama y lo recorto. Date prisa que ya ha empezado, dice. La niña está sentada en la cama orinándose sobre las sábanas. Mientras recorto miro por la ventana, el cielo se ha puesto completamente negro y pienso que no podremos salir a comer al campo.