martes, 25 enero 2011. Alberto y yo entramos en una tienda para comprar una maleta. Junto a la maleta que queremos hay un sofá pequeño donde me siento a esperar. Me fijo en la tienda, es un restaurante. Unas niñas se sientan a mi lado, las cuento, son seis. La mayor me pregunta dónde vivo y si desde mi casa de ven voladizos. Le digo que sí, aunque no sepa de qué me habla. Desde la nuestra también, dice. Me fijo en que su padre está sentado con nosotras en el sofá. Cada vez estamos más apretados. Un camarero se acerca, sostiene una aceituna ante mis ojos como si fuera a darme la comunión, y espera a que yo abra la boca. ¿A qué está muy buena?, dicen las niñas. Somos los Frutos, dice entusiasmada una de las más pequeñas. ¿Los frutos de quién?, pregunto mirando al padre. Frutos de apellido, dice otra.