lunes, 17 enero 2011. Llevo un bolso enorme lleno de cosas. Al entrar un supermercado pienso que, cuando salga, el detector pitará. Para mi sorpresa, pita cuando entro. Jota me hace abrir el bolso. Hasta yo me sorprendo de todo lo que llevo. Cosas básicamente inútiles: cajas vacías de cedés, bolas de papel de periódico, tornillos, bisagras, sacapuntas, madejas de pelo rubio de muñecas. No entiendo qué habrá disparado la alarma, dice. Revuelvo y saco una caja de madera forrada de estaño repujado que hice de niña, en el colegio. Seguro que ha sido el estaño, le digo. Jota se pasa un trapo por la frente y suspira aliviado.