escombros y hojas de eucalipto

sábado, 5 febrero 2011. Andrés y yo llegamos a una playa que hay detrás de un edificio en ruinas. Para llegar tenemos que saltar por encima de un montón de escombros. A lo lejos se ven las chimeneas de la playa de la misericordia. Mientras intento mantener el equilibrio sobre los escombros, pienso que ya sé lo que va a decirme, que siempre que tiene que decirme algo muy en serio me lleva a esa playa. Siento una tristeza enorme. No quiero que me diga nada. Está a unos cinco pasos de mí con las manos en los bolsillos y el gesto serio. Se vuelve hacia mí, pero antes de que pueda decir nada le digo: Tú no te acuerdas, ya estuvimos una vez aquí, ya sé lo que vas a decirme.
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Héctor dice que me ponga las gafas para la foto. Lleva una cámara de super-8. Sobre la mesa sólo hay unas gafas de sol de aviador que no son mías. Me las pongo y él comienza a rodar. No te muevas, dice. No entiendo que no se dé cuenta de que lo que hace es película, no fotos. Me enseña un pañuelo de señora, lo agita mientras rueda. De repente el pañuelo se pone a arder. Lo deja caer al suelo. ¡Son hojas de eucalipto, arderá todo el bosque!, le grito