miércoles, 23 febrero 2011. En un parque que me recuerda a Villa Borghese, hay una escalera de piedra enorme. Juano me llama para que me acerque, dice que quiere que lo ayude a subir. Está muy débil. Me pide que busque un buen banco para morir. Pasamos por delante de varios, pero a todos les pongo pegas. Pienso que si no se sienta no morirá.
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Llego a un aula donde las mesas están puestas en semicírculo. La luz está encendida y las persianas echadas. No lo entiendo porque afuera luce el sol, pero no digo nada. La profesora dice que va a repartir los exámenes, pero en vez de eso un camarero chino reparte platos de comida y vino. Andrés está sentado frente a mí y cada vez que pasa el camarero le dice algo en chino. Andrés lleva una camiseta blanca con las letras JDK. Me resulta muy raro verlo vestido en colores claros. Alberto dice que sale a dar un paseo, agarra a Darío, el hijo de Andrés, de la mano y sale. Me voy con ellos. Recorremos el paseo marítimo hasta llegar a un espigón. Le digo que volveré por la arena. Alberto se queda jugando en la playa con Darío. La playa está llena de piedras mojadas. Cada vez que cojo una se seca inmediatamente en mi mano y se vuelve rugosa y fea. Entre las piedras hay una con forma de caja, incluso tiene una pequeña bisagra. Pienso que alguien la ha puesto ahí para que yo la encuentre. La agito, la vuelco sobre la arena, salen varias conchas transparentes, vuelvo a agitarla y se rompe. Cerca de la orilla hay estanterías con conchas de rayas y posavasos. Después de mirarlas un rato, pienso que son falsas. Además, yo no colecciono conchas, digo en voz alta. Decido llevarme un posavasos para Andrés. Así se acordará de mí en el trabajo, porque seguro que bebe Coca-cola e el trabajo, pienso. Todos los posavasos son de Coca-cola, pero son muy feos. Una chica que canta me distrae. Se parece mucho a Olivia Newton-John. Me mira y sonríe mientras mete la toalla en una bolsa. Mi hermana te adora, tiene todos tus discos y colecciona fotos tuyas, le digo. Sonríe. ¿Hablas español?, le pregunto mientras se aleja.
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Llego a un aula donde las mesas están puestas en semicírculo. La luz está encendida y las persianas echadas. No lo entiendo porque afuera luce el sol, pero no digo nada. La profesora dice que va a repartir los exámenes, pero en vez de eso un camarero chino reparte platos de comida y vino. Andrés está sentado frente a mí y cada vez que pasa el camarero le dice algo en chino. Andrés lleva una camiseta blanca con las letras JDK. Me resulta muy raro verlo vestido en colores claros. Alberto dice que sale a dar un paseo, agarra a Darío, el hijo de Andrés, de la mano y sale. Me voy con ellos. Recorremos el paseo marítimo hasta llegar a un espigón. Le digo que volveré por la arena. Alberto se queda jugando en la playa con Darío. La playa está llena de piedras mojadas. Cada vez que cojo una se seca inmediatamente en mi mano y se vuelve rugosa y fea. Entre las piedras hay una con forma de caja, incluso tiene una pequeña bisagra. Pienso que alguien la ha puesto ahí para que yo la encuentre. La agito, la vuelco sobre la arena, salen varias conchas transparentes, vuelvo a agitarla y se rompe. Cerca de la orilla hay estanterías con conchas de rayas y posavasos. Después de mirarlas un rato, pienso que son falsas. Además, yo no colecciono conchas, digo en voz alta. Decido llevarme un posavasos para Andrés. Así se acordará de mí en el trabajo, porque seguro que bebe Coca-cola e el trabajo, pienso. Todos los posavasos son de Coca-cola, pero son muy feos. Una chica que canta me distrae. Se parece mucho a Olivia Newton-John. Me mira y sonríe mientras mete la toalla en una bolsa. Mi hermana te adora, tiene todos tus discos y colecciona fotos tuyas, le digo. Sonríe. ¿Hablas español?, le pregunto mientras se aleja.