miércoles, 15 agosto 2012. Estoy en una sala cuadrada enorme y enmoquetada. Recojo alfileres. Hay otras personas haciendo lo mismo. Cuando tengo casi todos los de mi zona metidos en dos recipientes con forma de huevo, alguien me dice que los ordene por colores (son alfileres con la cabeza esférica). Vuelco los alfileres en la moqueta, separo los verdes con los azules, los rojos con los negros. Me gusta ese trabajo, el color y el tacto de la moqueta. Aparece un perro enorme de pelo largo. Los recolectores de alfileres corren, desaparecen. Cuando el perro pasa a mi lado, me subo como si fuese un caballo y me tumbo sobre el lomo. Me agarro muy fuerte a pelo, me duermo.