guantes de boxeo

jueves, 9 agosto 2012. Llego a una especie de venta donde he quedado  con un grupo. Es una venta con habitaciones. Me toca una habitación con ventana a un patio andaluz donde hay gente desayunando. Cuando me quedo sola, me río tapándome la boca. Me acuerdo de Juan, de lo que disfrutaría allí, diciendo los dos: "Cuanto peor, mejor". Alguien llama, dice que es la hora. Bajo al patio, un grupo me espera. No conozco a nadie. La mayoría son chicas. Llevan carpetas. Saco un archivador de anillas y lo pongo sobre la mesa. Todas me miran. Con toda naturalidad, lo abro y les voy contando lo que guarda cada página plastificada. Son fotos que resumen mi vida. En una de ellas aparecen unos guantes de boxeo rojos, como los que llevaba David en la foto que me envió. Estos guantes son un recuerdo de mi amigo Elías, les digo. De repente, Elías está sentado a mi lado. Me acuerdo de ese día, dice sonriente. Me alegro muchísimo de verlo, tengo ganas de abrazarlo, pero sigo pasando páginas. Cuando termine con esta pantomima, nos vamos, le digo con la mirada.