jueves, 28 septiembre 2017. Agustín y yo llegamos a un edificio de oficinas. Preguntamos a una chica dónde es la lectura de poemas. La chica nos da largas explicaciones sobre nada. Buscamos la sala por pasillos que parecen de hospital. En una que parece una tetería, hay un montón de chicas jóvenes sentadas en cojines. Hay mucho ruido de fondo a pesar de que cada una mira su móvil. Alejandro me llama desesperado. Dice que Sora está llorando y tenemos que ir a por ella. Me alegro de tener que irme porque no me apetece nada leer para esas niñatas con móvil.