verbena

martes, 19 septiembre 2017. Tengo que llegar a tiempo a la casa de mis padres. Intento un atajo de calles que no conozco. No hay nadie a quien preguntar si me pierdo, pienso. Eso me tranquiliza y me agobia a la vez. Las calles se quedan sin calles y debo avanzar recolgándome de una reja a otra. Un chico llora junto a la ventana de un bar. No me abren, dice. Está borracho, pienso. Dice que quiere acompañarme. Al dar la vuelta a la esquina hay una gran verbena. Un tipo nos pregunta si lo conocemos. Hago un tubo con las manos para taparle el pelo. Tu cara me suena, el pelo no, le digo. Seguimos buscando un atajo, pero acabamos en un descampado donde varios camiones descargan arena.