viernes, 9 octubre 2020. Estoy en la cola del supermercado. Se me cuela todo el mundo. No tengo prisa, pienso. Al llegar a la caja, es un taxi en el que todos están sentados a los lados, como si fuera una camioneta, pero muy apretados. Sobre todo hay ancianos. Uno de ellos me dice que vaya sacando lo que he comprado. Como no hay cinta, le enseño cada producto y él apunta el precio con un lápiz en un papel que ha sacado de su cartera. Zapatos de caballero 103 euros, dice en alto. Vuelvo a guardarlos. Así con todo. El taxi caja va a toda velocidad hacia el aeropuerto. Supongo que después dará la vuelta para dejarme en casa, pienso. De repente estoy en casa y Alberto se está probando los zapatos. Son muy cómodos, no me gustan, dice.
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Estoy en el balcón de una casa colmena. Veo otros balcones. En cada uno hay familias chinas tomando el fresco. Algunas tienen el suelo pintado de verde y otras de color ladrillo. Pienso que esos colores me dan mucha paz, que podría vivir en una de esas casas. La familia con la que estoy sonríe todo el tiempo, me ofrecen dulces, las niñas van vestidas con trajecitos de encajes y volantes. Entre ellas está Julia, la hija de Pepe Domínguez. Nos abrazamos, nos alegramos mucho de vernos. Le pregunto qué hace allí y dónde está su padre. Se lleva el índice a los labios para que no diga nada. Empiezo a sospechar que tanta sonrisa y tanto dulce no era normal, que la han secuestrado y maquino un plan para rescatarla.