sábado, 24 octubre 2020. Mati juega con dos niñas. Perkins, al fondo, parece aburrido. Las niñas marchan con su madre y Mati se entristece de repente. La saludo, pero no dice nada. ¿Os habéis peleado?, pregunto a Perkins. Tampoco responde.
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Llegamos a un restaurante que al entrar parece muy pequeño. Alberto descubre una puerta que da a un pasillo con múltiples salas. Todas las mesas vacías. Los asientos son de porcelana, como si hubieran cortado bañeras por la mitad. Vamos con alguien (que no recuerdo). Elegimos mesa, esperamos, pero no aparece ningún camarero. Alberto se enfada y dice que nos vamos. Le digo que tenga paciencia, que yo misma iré a por la comida. En ese momento entra el camarero con unos platos enormes de estofado.
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Estoy jugando con una trenza de esparto. Dos chicos me la piden. Sospecho que la quieren para secuestrar a una chica rubia que pasea con su novio. Me la quitan. El supuesto novio lanza un vaso de agua a la cara de su novia para aturdirla. Pienso que estaba compinchado con los otros dos. Aparece la madre de la chica, una especie de valkiria, que acaba con los tres en un pispás. Mientras, yo tomo apuntes de todo lo ocurrido.