fantoche

miércoles, 17 abril 2024. Estamos en una habitación caótica (¿de hotel?) con un grupo personas que no conozco. Uno de ellos se supone que es el hermano de Pablo Cantos (aunque no se parece a ninguno de sus hermanos). Quiero decirle que sentí mucho su muerte, pero no me atrevo a sacar el tema. Es la hora, dice alguien, y todos se arreglan como para una fiesta. Busco mi bolsa, está en el suelo con la ropa arrugada. Saco un bolso, está roto; otro, también roto con la piel cuarteada y el cierre oxidado; los zapatos no coinciden, son de pares distintos y del mismo pie. Solo hay una falda de rayas horizontales (es la primera vez que la veo) y una camisa de rayas verticales (otro tipo de rayas y colores). Me veo hecha un fantoche. Hay que darse prisa, dice alguien. Todos se han vestido allí mismo, si pudor alguno. Voy al cuarto de baño. No tiene techo. En la barra de la cortina de la bañera hay un jilguero atado con cinta adhesiva. También una nota escrita en un trozo de papel que parece arrancado de un cartel que hubiera estado pegado a un muro. Libero al pájaro (como no hay techo sale volando). La nota, con muy mala letra, dice algo bueno sobre mí (no recuerdo qué). Cuando salgo a la habitación todos se han marchado. La habitación es ahora el salón de la casa de mis padres. Me siento en una butaca. Miro cómo voy vestida y repito mientras lloro: No quiero ir, no quiero ir.