sábado, 20 abril 2024. No sé dónde estoy. A ratos parece un balneario con columnas, a ratos un decorado de película cutre. Se supone que me ha llevado alguien. Me presenta a su tío, un señor de mi edad que parece mi abuelo. El señor quiere darme a toda costa su mail para que quedemos, pero tiene unos apellidos tan complicaods que es imposible recordarlo. Hago que lo apunto para que me deje en paz. No pienso escribirle. Alguien aparece con un ramo enorme de flores (huelen intensamente) y se las entrega a Chivite (que no sé de dónde ha salido). Chivite me las pone sobre el hombro, dice que si las huelo permanentemente se me olvidarán los problemas, que la aromaterapia funciona. Las flores son muy raras, con un centro esférico del que salen seis o siete tentáculos blancos muy finos. Le hago una foto para que Google lents me diga qué son. (No recuerdo el nombre, algo parecedio a Vademecum). La chica que le dio el ramo dice que acaba de hablar con Jonás y no puede venir al estreno de su película, que le ha dicho que es autónomo y está a dos velas (al decirlo, la chica hace el gesto de comillas en el aire). Le digo que voy a llamarlo a ver si lo convenzo. Chivite se ríe al ver mi móvil topo castañuela. Jonás tiene uno igual, me defiendo, además, el tuyo tampoco es que sea de última generación, le digo. Chivite saca parsimoniosamente el suyo, igual al mío, pero al desplegarlo tiene prismáticos. Vale, tú ganas, le digo y se ríe. Mientras mira por los prismáticos de su móvil, me fijo en que en el meñique lleva un anillo de oro con una piedra rectangular verde.