miércoles, 24 abril 2024. Estoy en casa de mi abuela. Alberto y Francis dicen que se van al fútbol. Les digo que prefiero quedarme en casa. Miro a mi alrededor y no parece la casa de mi abuela, todo está desordenado y roto, como si hubiese pasado un tornado. Esperad que voy con vosotros. Empiezo a vestirme a toda prisa. No encuentro mi ropa entre los escombros. Doy al fin con una camiseta con el logo "Fruit of the loom" (la vi hace poco en un escaparate). Mientras me cambio en el cuarto de baño, veo a Francis espiándome desde la ventana que da al patio. Desde luego..., le digo enfadada y triste. Entre nosotros se acabó el misterio, pienso.
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Estoy con Alberto y Salvatore en una tasca. Se supone que estamos en la feria de Sevilla y estamos esperando a su hijo. Alberto va pidiendo cañas. Tenemos la mesa llena. Salvatore le dice que no pida más, que su hijo está a punto de llegar. Alberto pide una botella de vermú. Intento recoger algunos vasos y dejárselos al camarero en la barra. Uno de los vasos es enorme, de cristal muy fino, y se me va escurriendo hasta el suelo a cámara lenta. Intento que vaya pegado a mi cuerpo, piernas abajo, para que no se rompa. Llega intacto. El camarero me dice que son vasos muy frágiles, que se rompen con mirarlos. Por hablar de algo, le pregunto si lleva mucho tiempo allí (refiriéndome a las horas de feria). Desde 1989, responde.