domingo, 30 marzo 08. Hemos quedado con Carmen Camacho, su compañero Pepe y Joan en un bar sin techo que hay a la puerta del colegio al que yo iba de niña. Mi prima Elisa les sirve gaseosa, pero como está congelada dentro de la botella, la derrama sobre la mesa. Nuria Arán, a la que no veo hace años, llega el bar y saluda a Carmen como si la conociera de toda la vida. Mientras, los demás hablamos de enfermedades contagiosas. Le cuento a Pepe lo bien que lo pasé en Logroño y lo bien que se van a llevar con Carmen Beltrán y Enrique. Andrés pasa con una piragua y me dice que tengo que comer más, porque me estoy quedando en los huesos. Anochece y Carmen y Pepe se despiden. Dicen que tienen la furgoneta aparcada al otro lado del monte. Nuria y yo los acompañamos. La furgoneta es igual a la de Scooby-doo y está aparcada en un descampado. Nuria decide que se va con ellos. Miro por la ventanilla y veo que al fondo está durmiendo Carlitos, el amigo de Caína.