menú de boda y tienda portátil

lunes, 10 marzo 08. Carmen y Enrique han organizado un concurso para ver quién prepara el menú de su boda. Enrique, vestido de cocinero, nos reparte libretas y bolígrafos. Tenéis media hora, dice. Me levanto deprisa y voy hacia un frigorífico que hay al lado de una ventana, saco una bolsa de cubitos de hielo y pongo un puñado en un bol. Después, en otro bol más pequeño, que meto en el de los cubitos, echo unas ramas de yerbabuena para que se enfríen sin que el hielo las toque. Mientras, hago tiras muy finas con cáscara de limón. Uno de los participantes me pregunta qué hago. Helado de yerbabuena. Dice que los novios están muy enfadados porque ellos no querían que nadie cocinara, sino que sólo escribiéramos las recetas.
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Cristina Chaneta, a la que no veo hace años, llora porque no quiere volver a su casa. La consuelo como puedo. Al pasar por delante de casa de sus padres, le pregunto si todavía vive allí. No, se mudaron cuando la restauraron, dice. Me fijo y, efectivamente, ahora las piedras son blancas. Dice que ahora que viven en El corte inglés, todo le da pena y no quiere volver a estudiar.
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Mi prima Cristina ha pedido por su cumpleaños una tienda de campaña portátil. Mi madre está desesperada buscándola por todas las tiendas. Le enseñan muchas, pero ninguna es la que ha pedido mi prima. Tiene que ser tan pequeña, que pueda montarse sobre el televisor, dice.