bestia salvaje bajo la cama y el niño-perro-ruso

miércoles, 12 marzo 08. Nos estamos preparando para salir a una verbena. Mi madre y mi hermana ya están en el ascensor. Mientras me estoy vistiendo, entra Camilo por la ventana. Camilo es una mezcla entre La masa y la bestia-león de La bella y la Bestia de Walt Disney. Oigo que mi padre va a entrar en el dormitorio y le digo a Camilo que se esconda bajo la cama. Mi padre dice que no va a poder ir a la verbena porque le duele el costado. Le digo que el hígado está al otro lado, así que no se preocupe, que serán los nervios. Mi padre se tumba en la cama y dice que mi madre suele frotarle con alcohol el abdomen cuando le da ese dolor. Voy por alcohol al baño y le digo que cierre los ojos. Aprovecho entonces para mirar bajo la cama: Camilo se ha dormido. Cuando voy a ponerle el alcohol, mi padre se ha convertido en una chica argentina muy maleducada, que me da órdenes de cómo debo masajearla.
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Héctor y yo hemos llegado a un hotel rural. Miramos los árboles desde una terraza y le pregunto por qué no estamos así de tranquilos cuando él desayuna en su jardín y yo en mi terraza, si prácticamente es el mismo paisaje. Héctor está de espaldas, creo que llora, y lo abrazo desde detrás. Oímos ruido en la habitación y vemos que una chica jipi acaba de instalarse con su perro. ¿De dónde has sacado el colchón?, le pregunto. La chica dice que lo ha recogido de la basura. La chica es muy guapa, aunque tiene la cara llena de pecas. Pienso que tiene en la cara más pecas que yo, y sin embargo está claro que a Héctor le ha gustado. El perro de la chica husmea en mi bolso. Para demostrar que no llevo comida, lo vacío: fotos del erizo César, el burro Manolito y unos papeles con poemas escritos. El perro me arranca el bolso de las manos y sale corriendo. Le digo a Héctor que me ayude a recuperarlo, pero ya está en la habitación con la chica. En la terraza me encuentro al hijo mayor de Rafa y Magdalena. Sé que has sido tú disfrazado de niño-perro-ruso; o me dices dónde has escondido mi bolso o te rapo la cabeza, le digo. El niño se ríe. Alberto está escribiendo números con tiza en una puerta de madera. Dice que ya tiene la clave para encontrar el bolso. Sabemos que el bolso está escondido en el lavadero, dice.