martes, 1 septiembre 2009. Mi hermana deja rodar una fila de aguacates, que acaba de recoger del árbol, por el jardín de la casa de mi abuela. Me sorprende que ninguno se salga de la fila, van rodando hasta el recibidor de la casa como si estuvieran adiestrados. Cojo uno para la cena, por dentro parece de lana. Según lo voy abriendo con los dedos se va convirtiendo en una rebeca de lana verde. Mira, está lloviendo, dice mi hermana. En mitad de jardín los demás aguacates ruedan formando figuras en el suelo, como si bailaran. Así no hay quien cene, le digo a mi hermana.