martes, 29 septiembre 2009. Camino junto al escritor Chivite bajo unos soportales, aunque en el sueño tiene el aspecto de Ferran Fernández. Me habla de una cueva que visitó, donde las paredes estaban cubiertas de piedras puntiagudas y al tocarlas se convertían en cristales. Si las tocas todo se llena de luz, dice. Mientras lo cuenta no deja de caminar y mueve los brazos como si fueran aspas para explicar los destellos. Pienso que lo había imaginado menos expresivo. Camina muy rápido, tengo que ir dando saltos para alcanzarlo. Cuando va a mi lado lleva pantalón largo, pero cuando se adelanta lleva bermudas. Me fijo en sus gemelos, son enormes. Le pregunto si ha hecho una lista con todos esos sitios de los que me ha hablado. Dice que no, abriendo mucho los ojos, como se le respondería en broma a un niño.
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Estoy en una habitación acristalada. Dentro hay un escudo enorme del Real Madrid. Arrastro una bolsa enorme de viaje. Veo que llegan José Mari Rosales y Dr. Pepix. Van vestidos igual, con abrigos negros de cuero. Les abro la puerta, me dan las gracias y pasan de largo, ni si quiera me ayudan con mi enorme bolsa.
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Mi madre mira neceseres en un mostrador. Te los regalo todos, le digo. Dice que no necesita ninguno, que sólo está mirando para pasar el rato. En casa tengo uno transparente que te vendría muy bien para el avión, le digo. Mi madre se ríe. Al lado del mostrador hay una mesa con restos de una fiesta. Amontono los platos de plástico sucios. Cuanto antes recojamos antes se irán, le digo a mi madre. Mi prima Cristina señala al techo, un montón de hormigas arrastran una lasca de jamón. Unos niños dicen que quieren hacer una obra de teatro para terminar la fiesta. Mi suegro sale voluntario para que le den un papel. Me voy a mi cuarto y allí encuentro a varias personas poniéndose mi ropa, disfrazándose para la obra. Un niño me pide que le haga el nudo de la corbata. Me cuesta mucho trabajo porque la corbata es de tela plastificada. Mientras tanto me cuenta que le gustan los paisajes con viento. Le digo que después le enseñaré fotos de la Patagonia. Si fueras mi madre ya habrías terminado con ese nudo, me dice.
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Estoy en una habitación acristalada. Dentro hay un escudo enorme del Real Madrid. Arrastro una bolsa enorme de viaje. Veo que llegan José Mari Rosales y Dr. Pepix. Van vestidos igual, con abrigos negros de cuero. Les abro la puerta, me dan las gracias y pasan de largo, ni si quiera me ayudan con mi enorme bolsa.
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Mi madre mira neceseres en un mostrador. Te los regalo todos, le digo. Dice que no necesita ninguno, que sólo está mirando para pasar el rato. En casa tengo uno transparente que te vendría muy bien para el avión, le digo. Mi madre se ríe. Al lado del mostrador hay una mesa con restos de una fiesta. Amontono los platos de plástico sucios. Cuanto antes recojamos antes se irán, le digo a mi madre. Mi prima Cristina señala al techo, un montón de hormigas arrastran una lasca de jamón. Unos niños dicen que quieren hacer una obra de teatro para terminar la fiesta. Mi suegro sale voluntario para que le den un papel. Me voy a mi cuarto y allí encuentro a varias personas poniéndose mi ropa, disfrazándose para la obra. Un niño me pide que le haga el nudo de la corbata. Me cuesta mucho trabajo porque la corbata es de tela plastificada. Mientras tanto me cuenta que le gustan los paisajes con viento. Le digo que después le enseñaré fotos de la Patagonia. Si fueras mi madre ya habrías terminado con ese nudo, me dice.