miércoles, 2 septiembre 2009. Tengo que marcharme urgentemente de una casa y busco mi ropa. Sobre una mesa hay ropa amontonada, pero no reconozco nada mío. A lo lejos suena una canción donde en el estribillo se repite la palabra Papá. Cada vez que las niñas que la cantan dicen Papá, un hombre responde Ya voy. La casa está a oscuras y la habitación desde donde responde ese hombre tiene una luz encendida. Quiero irme de allí lo antes posible.
+
Carmen Beltrán y Enrique Kb han venido a verme. Kb va delante con Alberto. Carmen se ha cortado el pelo y lo lleva planchado, parece aún más joven. Me habla de que ha dejado el tratamiento y que el médico le ha regalado un montón de pastillas. Abre el bolso y me enseña bolsas de plástico llenas de lo que parecen caramelos de goma. Me ofrece una pastilla azul, plana, del tamaño de un euro. Está pastilla te proporciona tristeza inmediata, dice, igual a lo que sentirías si un novio te dejara. La escupo, le digo que prefiero no tomarla. Esta otra es para que me gusten los hombres que escriben teatro, ¿me presentarás alguno?, dice. Le digo que no pienso hacer nada que haga daño a Kb. Carmen se mete varias pastillas en la boca y se ríe. Alberto se acerca a nosotras y me empuja varias veces, como si buscara pelea. No devuelvo le los golpes porque pienso que uno sólo de los míos podría matarlo.
+
Carmen Beltrán y Enrique Kb han venido a verme. Kb va delante con Alberto. Carmen se ha cortado el pelo y lo lleva planchado, parece aún más joven. Me habla de que ha dejado el tratamiento y que el médico le ha regalado un montón de pastillas. Abre el bolso y me enseña bolsas de plástico llenas de lo que parecen caramelos de goma. Me ofrece una pastilla azul, plana, del tamaño de un euro. Está pastilla te proporciona tristeza inmediata, dice, igual a lo que sentirías si un novio te dejara. La escupo, le digo que prefiero no tomarla. Esta otra es para que me gusten los hombres que escriben teatro, ¿me presentarás alguno?, dice. Le digo que no pienso hacer nada que haga daño a Kb. Carmen se mete varias pastillas en la boca y se ríe. Alberto se acerca a nosotras y me empuja varias veces, como si buscara pelea. No devuelvo le los golpes porque pienso que uno sólo de los míos podría matarlo.