viernes, 2 abril 2010. Llaman a la puerta. Es Maldonado y trae un bastón de peregrino. Le digo que espere un momento. Se sienta mientras intento dibujarle algo a una bombilla con una barra de labios. He puesto un taburete de baño sobre otro de cocina. Le digo a Alberto que me sostenga porque puedo abrirme la cabeza. Se ríe y se tumba para verme mejor. Maldonado dice que estoy mucho más guapa que la última vez que nos vimos. Es porque estoy desnuda. Efectivamente estoy completamente desnuda. Caigo varias veces de los taburetes y vuelvo a subir, hasta que me rindo. Alberto dice que el coche lo tiene aparcado en la gasolinera de la playa. Lo esperamos en el paseo marítimo, sentados sobre el muro. A nuestro lado un gato toma el sol. Una pareja de ancianos se queda mirando el bastón de Maldonado y nos dicen que ni se nos ocurra darle con él al gato. El gato en ese momento se pone en pie sobre las patas traseras y empieza a cantar ópera en un perfecto italiano. Le digo a la pareja que parece que ese gato sabe defenderse solo. La pareja dice orgullosa que en casa tienen un pez que canta igual de bien.