sábado, 17 abril 2010. Un chico, que se supone que es mi hermano gemelo, y yo estamos tomando el sol de la mano, pero en vez de hacer sol llueve. No abro los ojos ni le digo nada, pero me preocupa que la lluvia una nuestras manos para siempre como une con óxido un tornillo a su tuerca. También pienso que la lluvia volverá transparente mi blusa y, cuando abra los ojos, él se dará cuenta de que mis pechos son grandes.
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Intento una y otra vez, sin conseguirlo, colocar una piedra sobre la tumba de Kafka. Como el monolito acaba en punta las piedras resbalan y caen a la tierra. Hacen un sonido de goterón de aceite sobre un cubo de zinc. Me alejo de allí mirando hacia atrás, pensando que Kafka puede despertarse en cualquier momento.
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Mi suegra y dos de sus amigas están en la terraza de un café. Llevan bolsas de papel con ropa para reciclar. Me piden que las lleve al contenedor. Pero antes, dice una, mira si hay algo para ti. Cuando voy sacando la ropa, aplauden lo bien que me sentaría. Es ropa muy fea y además todas las prendas están forradas con papel de periódico.
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Intento una y otra vez, sin conseguirlo, colocar una piedra sobre la tumba de Kafka. Como el monolito acaba en punta las piedras resbalan y caen a la tierra. Hacen un sonido de goterón de aceite sobre un cubo de zinc. Me alejo de allí mirando hacia atrás, pensando que Kafka puede despertarse en cualquier momento.
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Mi suegra y dos de sus amigas están en la terraza de un café. Llevan bolsas de papel con ropa para reciclar. Me piden que las lleve al contenedor. Pero antes, dice una, mira si hay algo para ti. Cuando voy sacando la ropa, aplauden lo bien que me sentaría. Es ropa muy fea y además todas las prendas están forradas con papel de periódico.