lunes, 22 noviembre 2010. Llego a la puerta del que fue mi colegio. Sobre la acera hay fusiles apilados. Un hombre vestido de militar dice que debo dejar el mío antes de entrar. En ese momento me doy cuenta de que voy vestida de camuflaje y llevo un fusil. Subo a clase. Sólo quedan dos asientos libres. Me siento en uno de ellos y miro el otro vacío. Me pregunto si tendré la suerte de que sea el pupitre de Chivite y qué pensará al verme vestida de camuflaje.
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Hago varios intentos por colocar un mantel redondo en una mesa cuadrada. Cada vez lo levanto en el aire como se hace para extender las sábanas sobre la cama. En cada sacudida el mantel es más pequeño. Mi madre me observa y niega con la cabeza. Le explico que las relaciones de parejas son igual que esa mesa y ese mantel. Uno crece y otro decrece con el tiempo. Déjate de tonterías y termina, que es la hora de comer, dice ella.
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Hago varios intentos por colocar un mantel redondo en una mesa cuadrada. Cada vez lo levanto en el aire como se hace para extender las sábanas sobre la cama. En cada sacudida el mantel es más pequeño. Mi madre me observa y niega con la cabeza. Le explico que las relaciones de parejas son igual que esa mesa y ese mantel. Uno crece y otro decrece con el tiempo. Déjate de tonterías y termina, que es la hora de comer, dice ella.