sábado, 25 junio 2011. Voy corriendo por la calle porque van a cerrar el mercado y tengo que comprar patatas. Los puestos están llenos, intento hacerme un hueco. Cuando por fin llego a las patatas, recuerdo que compré el día alnterior. Veo unos nísperos preciosos, pero tampoco puedo llegar hasta ellos. Doy toda una vuelta la mercado, paso por donde acumulan las cajas y la basura, llego a una mesa de quirófano donde hay unos nísperos enormes y pelados. Meto unos cuantos en una bolsa. Pienso que la chica del puesto tendrá que pesarlos para cobrármelos y sabrá que he dado la vuelta la mercado. Los dejo de nuevo en la mesa y me voy. Al salir, en vez de caminar por la acera, me subo a las paredes de un edificio agarrándome a las columnas con enorme facilidad. Desde allí arriba veo el jardín de un hotel. Una chica preciosa sale a la ventana, mira el jardín con gesto de anuncio de perfume y se va. Me siento enormemente triste. Me gustaría ser ella, pienso. Quiero irme a casa, bajar del edificio, pero no sé cómo.
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Parece que están rodando un programa para la tele. Rafa es el regidor. Han puesto una canción de los 70 y Francisco sale a la pista de baile. Pienso que va a morir de vergüenza, pero, al contrario, se le ve con una soltura increíble. Lleva un traje de chaqueta rojo y baila de maravilla entre varias bailarinas. Cuando acaba, bajamos a felicitarlo. Le digo que siempre es capaz de sorprenderme. Andrés, mordiéndose las uñas, dice que él nunca se hubiera atrevido.
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Estamos en casa de Héctor y miramos el salón de su casa desde arriba. Unas chicas juegan sentadas en el suelo con unos libros de cocina. Bajamos pegados a la pared, está muy alto, temo caer al vacío. A mitad de camino hay una ventana que da a la cocina, intento entrar, pero la ventana da al fregadero, esta lleno de libros y temo pisarlos. Mientras bajamos Héctor nos pregunta qué queremos beber. Alberto y Blanco piden gintónic. No sé cómo pueden pensar en beber en esas circunstancias, yo sólo quiero llegar al suelo. Una vez abajo, en mitad del salón, hay una pecera gigante con más de diez personas viendo un documental. Monos como Beckam, dice alguien. ¿Como el futbolista?, pregunta otro. Quiero irme a casa, pienso. ¿Por qué están ahí encerrados?, le pregunto a Héctor. Porque están peleados conmigo, dice.
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Parece que están rodando un programa para la tele. Rafa es el regidor. Han puesto una canción de los 70 y Francisco sale a la pista de baile. Pienso que va a morir de vergüenza, pero, al contrario, se le ve con una soltura increíble. Lleva un traje de chaqueta rojo y baila de maravilla entre varias bailarinas. Cuando acaba, bajamos a felicitarlo. Le digo que siempre es capaz de sorprenderme. Andrés, mordiéndose las uñas, dice que él nunca se hubiera atrevido.
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Estamos en casa de Héctor y miramos el salón de su casa desde arriba. Unas chicas juegan sentadas en el suelo con unos libros de cocina. Bajamos pegados a la pared, está muy alto, temo caer al vacío. A mitad de camino hay una ventana que da a la cocina, intento entrar, pero la ventana da al fregadero, esta lleno de libros y temo pisarlos. Mientras bajamos Héctor nos pregunta qué queremos beber. Alberto y Blanco piden gintónic. No sé cómo pueden pensar en beber en esas circunstancias, yo sólo quiero llegar al suelo. Una vez abajo, en mitad del salón, hay una pecera gigante con más de diez personas viendo un documental. Monos como Beckam, dice alguien. ¿Como el futbolista?, pregunta otro. Quiero irme a casa, pienso. ¿Por qué están ahí encerrados?, le pregunto a Héctor. Porque están peleados conmigo, dice.