jueves, 18 agosto 2011. Se supone que estamos en Valencia. Vamos por la calle, Camilo me cuenta una anécdota de cada cosa que vemos. Me fijo en su indumentaria, por si lleva uniforme de guía turístico, pero no: lleva un pantalón de cuero amarillo muy ajustado. En una plaza hay una escalera con forma de pirámide. Cada escalón brilla como si tuviera luces diminutas incrustadas. Me explica que en realidad son granos de arroz luminoso, que antes era fiesta local, pero que quitaron la fiesta y se ha perdido la tradición, que ahora son pocos los que la siguen y, encima, no en un día concreto. ¿Qué tradición, la de subir una escalera? ¡El día del arroz luminoso!, dice con el índice levantado. Subimos la escalera con dificultad, los escalones son extremadamente estrechos. Mientras subimos, agarrándonos con las uñas para no resbalar, pienso que es una tradición estúpida y está muy bien que ya no se celebre.