miércoles, 3 agosto 2011. Llego a un edificio muy parecido al CAC y pregunto por Inglada. Me preguntan para qué lo busco. Sólo voy a recogerlo para tomar unas cañas, pero para hacerme la interesante, le digo al tipo que es por un asunto personal. En vez de Rafaelito sale Araceli. Te he traído los libros, le digo como si fuera él. Ella se alegra y dice que mejor salgamos por la puerta de atrás. recorremos pasillos con trozos de moqueta que cuelgan del techo, hasta salir a una plaza preciosa. El suelo está empedrado y hay bares con terrazas bajo porches de madera. Pienso que estamos en otra ciudad, pero no sé cuál. Unos pasos más allá hay una plaza enorme y diáfana. Pienso que es la Plaza Roja e intento ver si las personas que pasan a mi lado tienen rasgos chinos, pero todos de una manera u otra se tapan la cara. En el suelo hay monedas. Cojo un par de ellas, están mojadas y parecen de lata, las doblo por la mitad con sólo dos dedos. En un escalón hay un puñado de chapas serigrafiadas con caricaturas de Carlos Marx. En una sale disfrazado de Papá Noel y en otra de oveja. Es escalón da a unos soportales por donde corre un aire muy fresco. Allí me siento, e el suelo, a mirar las chapas y a nada más.