sábado, 20 agosto 2011. Estoy en un supermercado, en la cola, esperando para pagar. Sólo llevo una quiniela, pero todo el mundo se me cuela diciéndome que llevan menos cosas que yo. Cuando por fin llega mi turno, la cajera me dice que no se pueden hacer dobles. Un chico se ofrece a ayudarme. Mientras él copia en un boleto nuevo los resultados sin sobles, pienso en que me gustaría enseñarle el pasador de Heidi que llevo en la mano.
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Bajo muebles muy pesados (sofás, mesas, estanterías) con una facildiad enorme por el hueco de una escalera. Más que bajarlos los lanzo escaleras abajo. Joan me mira asombrado desde el descansillo y me dice adiós con la mano. Le digo que no se vaya, que aún queda lo mejor.
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Una chica, muy parecida a mi sobrina Elena, me habla de una empresa dedicada a la decoración de tartas y aceras para la visita del Papa. Decoran las aceras con colores pastel, me dice entusiasmada. Mientras tanto vamos a una joyería donde exponen unas esculturas que ha hecho mi amigo Juan Luis. A la entrada hay una vitrina llena de figuras que parecen Meninas. Ésa es la mía, dice la chica señalando a la más grande. Es la más bonita, le digo.
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Bajo muebles muy pesados (sofás, mesas, estanterías) con una facildiad enorme por el hueco de una escalera. Más que bajarlos los lanzo escaleras abajo. Joan me mira asombrado desde el descansillo y me dice adiós con la mano. Le digo que no se vaya, que aún queda lo mejor.
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Una chica, muy parecida a mi sobrina Elena, me habla de una empresa dedicada a la decoración de tartas y aceras para la visita del Papa. Decoran las aceras con colores pastel, me dice entusiasmada. Mientras tanto vamos a una joyería donde exponen unas esculturas que ha hecho mi amigo Juan Luis. A la entrada hay una vitrina llena de figuras que parecen Meninas. Ésa es la mía, dice la chica señalando a la más grande. Es la más bonita, le digo.