viernes, 9 diciembre 2011. Subo la cuesta que lleva desde la casa de mis padres a Económicas. Pienso en cuánto ha cambiado. Ahora está asfaltada. Hay señales de tráfico muy raras con dibujos de hamburguesas y perritos calientes. Cuando llego a la explanada donde se hacían las fiestas, encuentro a un grupo de antiguas alumnas, pero del colegio, no de la facultad. Van con vestidos de brillo hasta los pies, como si fuera nochevieja. No entiendo nada, no sé de qué hablar con ellas ni qué pinto yo allí. Por hablar de algo, les pregunto si ellas también ven dos lunas. No, dicen. Y ya no sé qué más decir. Me quedo callada mirando el cielo. Lucen dos enormes lunas llenas.