sábado, 17 diciembre 2011. Estoy sentada en la acera, esperando a Alberto. Unos profesores pasan por delante, se acercan a mí y se quejan de cuánto trabajan y todas las tonterías que han puesto sus alumnos en los exámenes. Miro a mi alrededor, a ver si es que hablan con otra persona. No. No sé qué decirles. Sobre la acera hay monedas de dos euros, pienso que quizá podrían llevárselas y así se sentirían mejor. Se las señalo pero no me hacen caso. Se van. Un chico con pelo rizado y chaqueta de lana de colorines, me dice que ha quedado con Alberto para comer. Pienso que no puede ser porque Alberto me habría avisado. El chico se ríe y se mete en un taxi. Casi inmediatamente aparece Alberto. Yo estoy escribiendo en una libreta muy pequeña. Dice que ha acompañado a mi hermana al médico. ¿Dónde preferirías pasar el tiempo, entre los pilares de una casa en obras o en un zulo?, le pregunto. Prefiero la terraza de un bar, contigo, aunque no hables, dice. La hoja escrita del cuaderno se me cae al suelo. Aparece mi hermana, de repente, y la lee. ¡Has escrito la palabra "Reus" más de veinte veces!, dice a gritos.