domingo, 25 diciembre 2011. Estoy en la terraza de una bar con Alberto, Carmen, Pepe y Orihuela. Carmen, desde un segundo plano, nos vigila como si nos cuidara. Pepe colorea unos dibujos. Orihuela le pregunta a Alberto si las pastillas que está tomando pueden tener efectos secundarios. Se llaman Rádel, dice. Le pregunto si se escribe Rádel o Radl. Se pronuncia como Lidl, dice y me da una pastilla roja y una receta. Dice que me la cambia por una de las mías. Alberto coge la receta, tacha el nombre de la pastilla y escribe: Mejor date un paseo en barco, haz submarinismo, camina por un bosque. Orihuela dice que ahora no le querrán dar las pastillas en la farmacia, casi llora. Me fijo en sus ojos casi transparentes, los tiene llenos de lágrimas. Pienso que son los ojos más dulces que he visto. Ten, no llores, le digo y le doy todas las pastillas que llevo encima. Niños, ¿qué estáis haciendo?, dice Carmen desde su segundo plano.
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Llego con Alberto a casa de los sobrinos. Elena dice que ha dejado los dulces en el cuarto de baño y que tiene que recuperarlos antes de que alguien se duche. Diego llega en ese momento. Se sorprende mucho de vernos, lo abrazo. Ojalá os quedéis, dice. Pienso en cuando de niño, jugando al pillapilla en el parque, me llamaba mamá. Cuéntame cosas buenas, le digo. ¡Estoy dando clases de ballet clásico!, dice haciendo una pirueta sobre un mueble.
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Llego con Alberto a casa de los sobrinos. Elena dice que ha dejado los dulces en el cuarto de baño y que tiene que recuperarlos antes de que alguien se duche. Diego llega en ese momento. Se sorprende mucho de vernos, lo abrazo. Ojalá os quedéis, dice. Pienso en cuando de niño, jugando al pillapilla en el parque, me llamaba mamá. Cuéntame cosas buenas, le digo. ¡Estoy dando clases de ballet clásico!, dice haciendo una pirueta sobre un mueble.