desperdicios

miércoles, 29 febrero 2012. Arrastro una bolsa de deporte como si tuviera ruedas. Hace un ruido muy desagradable sobre el asfalto. Alguien me dice que esa bolsa no es mía. Saco mis cosas dócilmente y las guardo en el bolso. Llego a una casa con jardín, donde parece que se ha celebrado una fiesta. Hay restos de comida sobre los muebles y bloques de comida congelada en el suelo. Cuando me pongo a recoger todos esos desperdicios aparece mi madre, me amenaza con un cuchillo, dice que no toque nada. Intento quitarle el cuchillo para que no se haga daño.

negativos

martes, 28 febrero 2012. Llego con una maleta enorme a sacar copias de unas fotos. Le digo al chico del mostrador que me saque una copia de cada una de las cinco fotos que hay en el pen. Dice que hay más de doscientas. Me las enseña en pantalla. Efectivamente hay muchas y en casi todas aparezco con un evidente embarazo, tumbada en una cama. Le digo que no puedo ser yo. El chico insiste hasta el punto de hacerme dudar de si he tenido algún hijo. Le digo que las borre todas y saco de la maleta unos negativos en blanco y negro. Niega con la cabeza. Le pregunto si tiene escáner para negativos. Vuelve a negar mientras borra fotos en pantalla. Quiero irme de allí cuanto antes, pero hay ropa por el suelo y supongo que es mía. Intento meterla toda en la maleta. El chico dice que si estoy haciendo tiempo porque no tengo dinero para el autobús, él me lo da. No, gracias he venido andando, le digo.

cabeza despeinada

lunes, 27 febrero 2012. Juano viene a recogerme a una especie de aeropuerto con forma de burbuja. Se quita la cabeza y me la da. La tomo entre mis brazos y camino de un lado a otro como si estuviera durmiendo a un niño. Le peino y despeino el pelo con los dedos mientras le cuento cosas en voz baja.

desorden

domingo, 26 febrero 2012. Ayudo a Enrique a ordenar la que fue la casa de Odila. En el sueño consta que Carmen ha discutido con sus padres y han decidido que su hija nazca en Málaga. Cuando lo tenemos todo a punto, aparece Carmen con su madre del brazo. Dice que han hecho las paces y podemos volver a desordenarlo todo.

citroen mehari y kombolói

sábado, 25 febrero 2012. Estoy en una especie de fiesta que hay en la playa. Ferran, subido a un Mehari naranja, dice que vuelve a casa. Lo lleva lleno de libros y cajas con más libros. En el último momento, y de un salto, subo con una maleta llena de ropa. Le digo a Alberto que ahora vuelvo, que por favor me espere. Ferran me deja en una especie de pensión. Se supone que Juano vive allí. Cuando Juano abre la puerta me abraza, saca la ropa de mi maleta y la mete ordenadamente en un armario. Sólo nos hablamos con la mirada, no decimos ni una palabra, pero él entiende que sólo he ido a despedirme. Se quita una pulsera de cuentas negras y me la pone. Me quita el kombolói que me trajo Pepe de Grecia, y que llevo como pulsera, y lo guarda en el armario con mi ropa. Entiendo que mis cosas se quedarán allí. Una pareja entra en la habitación. La chica me dice que, a pesar de que les caigo muy mal, su hermano y ella han decidido llevarme inmediatamente a la playa porque no hay autobuses hasta el día siguiente. Imagino son familiares de Juano y quieren librarse de mí cuanto antes.

rushmore

viernes, 24 febrero 2012. Sobre una estantería hay un dibujo a lápiz del Monte Rushmore. Al lado de ese dibujo hay un pájaro con un gorro de piel mirando las cabezas esculpidas en la roca.

traficante de recortables

jueves, 23 febrero 2012. Camino por el paseo marítimo y veo que unos camareros tienen, entre los platos que van a servir, un álbum de recortables. Les pregunto si me venderían alguna. Dicen que sí, pero al momento las entierran en la arena y me dicen que no sé de qué les hablo. Insisto en que quiero comprar algunas. Les doy hasta explicaciones, les digo que son para mi hermana que lleva mucho tiempo buscándolas. Nada. Uno de ellos me dice de repente que lo acompañe a su casa, que allí me enseñará el género. No entiendo qué tiene de raro vender recortables, pero lo acompaño. Una vez en su casa dice que, para no levantar sospechas, salude a su madre. Asomo la cabeza a una habitación y al rededor de la madre del camarero está toda la familia viendo la tele. Digo buenas noches y me voy. En camarero me hace ir a otra habitación con las paredes llenas de cajones y ropa de bebé empaquetada. Me muestra una colcha celeste con lazos. Esto es sólo la trastienda. Pienso que se ha olvidado de las recortables y yo no pienso insistirle, sólo quiero salir de allí cuanto antes.

a comer!

miércoles, 22 febrero 2012. Alguien me llama para comer. Me siento a la mesa. Donde debería haber un plato y cubiertos hay varias cajas de madera. Parecen lapiceros antiguos. Todas están vacías.

recetas post mortem y cabezas comepechos

martes, 21 febrero 2012. Mi cuñado me lleva a visitar la tumba de sus padres. Hay fotos de él cuando era niño. Dice que cada vez que va a verlos les deja recetas de platos que sabe que les gustan.
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Una niña le dice llorando a su madre que le duelen los pechos. La madre la arropa le da un beso en la frente, le dice que se duerma y se va. La niña llora y grita de dolor. El pijama está roto a la altura de cada pecho y pueden verse dos cabezas pequeñas con dientes afilados.

pelo de tinta china

lunes, 20 febrero 2012. Alberto y yo buscamos una feria. Preguntamos a una chica y nos dice que está justo ahí, en la playa. Tres turistas franceses nos siguen. La feria no es más que un carricoche para niños bastante cutre. Entramos en un chiringuito donde alguien está contando chistes y una niña con trenzas muy negras hace una especie de monólogo. Pienso que le han pintado el pelo con tinta china. Un hombre con el pelo exactamente del mismo color, pasa un cuenco entre el público para que le demos monedas. Cuando está delante de mí, mientras busco unas monedas, el hombre mete los dedos en el cuenco, saca un ratón muy pequeño y se lo come. Quiero irme de allí, salgo y busco a Alberto. Dice que tenemos que volver ya, que hemos quedado con los amigos para cenar. Los tres turistas vuelven a seguirnos. Llegamos a una especie de helipuerto. Una mujer nos explica que hay que tener cuidado al subir al vehículo porque no para, sólo deja el motor en punto muerto. Mi marido cayó al vacío y murió, añade. Miro hacia abajo, siento vértigo y digo que no pienso subir a ningún vehículo, sea el que sea. Alberto dice que al menos nos quedemos a ver cómo otros suben.

boca dura

domingo, 19 febrero 2012. Mi madre dice que han llegado los libros que pedí. Voy a abrir la puerta que en realidad sólo es medio marco de puerta. La casa es una especie de terraza sin techo con los muros bajos y sillas de tijera mal colocadas. El cartero, que se parece mucho a Eduardo, saca libros muy viejos de Pompeyo Gener y Jaime Balmes que no recuerdo haber pedido. Entre las páginas desencuadernadas hay sellos antiguos. Se despide y lo acompaño a la puerta-marco. De repente la casa-terraza se llena de gente, nos cuesta avanzar. Ya puedes decir que hemos estado en Hong Kong, le digo a modo de disculpa. Se ríe y se acerca para darme un beso. Sus labios están muy duros. Recuerdo en ese momento las palabras de Joan: Las bocas en los sueños siempre son blandas.

centrifugadora para animales

miércoles, 15 febrero 2012. Mi padre ha inventado una especie de carricoche-centrifugadora que sirve para dejar a los animales en los huesos. De momento lo he probado sólo con lagartos, pero creo que también funcionaría con humanos, me dice. No entiendo nada. Tiene el cacharro delante, es mitad una atracción de feria en miniatura, mitad una centrifugadora de verduras. Cuando termina de girar, dentro aparece el esqueleto, completo y unido, de un lagarto. Mi padre mete la mano y lo saca, pinzándolo con dos dedos, del rabo. ¿Lo ves?, me dice satisfecho. No creo que funcione con humanos, le respondo.

mundos paralelos

lunes, 13 febrero 2012. Una madre le advierte a su hija que si sale de casa desaparecerá. Claro, dice la chica. Quiero decir del todo, te desintegrarás, quizá aparezcas en otro lugar, aclara la madre. ¿Mundos paralelos?, pregunta la hija entre risas. Al traspasar la puerta desaparece, efectivamente se desintegra, se vuelve primero humo y después nada. La madre busca el modo de que vuelva, hace agujeros en la tierra del jardín, abre cajones inexistentes en los muros de la casa. De repente se dirige a mí. Ven y descálzate, dice. Me pinta las plantas de los pies con tinta china negra. Ahora camina, dice. Sigo sus indicaciones, traspaso varias veces el umbral. Los agujeros que había en el jardín se llenan de repente de setos con flores amarillas. Lo sabía, si le hubiera pintado los pies al nacer ahora mi hija seguiría aquí, dice.

canicas

sábado, 11 febrero 2012. Voy por un edificio que parece una residencia o un colegio mayor. Hay pasillos con muchas puertas y todas están cerradas. Por las rendijas de abajo sale luz. Veo pasar a una chica, me parece reconocer a Rut y la sigo. Doblo un pasillo y aparece otro mucho más largo y a oscuras. Voy asomándome por debajo de las puertas para ver si doy con ella. Aunque el espacio entre la puerta y el suelo es mínimo, consigo ver bastante. En una habitación veo a alguien doblando ropa, en otra alguien ordena sellos. En una veo caer canicas, y pienso que esa es la habitación de Rut.

el odio cansa

jueves, 9 febrero 2012. Dos chicas intentan cortarme el pelo. Una me pregunta si tengo Coca-cola y la otra si iré a la cena que está organizando. La Coca-cola la quiere para mojarme el pelo. No sé de qué cena me habla. A mi al rededor hay un caos de gente que va y que viene. Pienso que el pelo me quedará fatal, pero estoy tan cansada que no soy capaz de marcharme. Cierro los ojos.
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Alguien sale de casa de mis padres con una maleta enorme. Le pregunto dónde va. Dice que estará fuera quince meses y visitará quince ciudades. Le pregunto por qué no me lo ha dicho con tiempo. No responde. Quiero verle la cara, pero la esconde. ¡Te odio, no vuelvas!, le grito. Me siento agotada, me sostengo en el marco de la puerta.

llavero

miércoles, 8 febrero 2012. Estoy con los amigos organizando la excursión anual al Chorro. Les pregunto con cuántas tiendas contamos y cómo vamos a distribuirnos para dormir. Francis se levanta en mitad de la conversación y me dice al oído que tiene que hacer algo muy importante. Es posible que no vuelva, añade. Voy tras él y veo que intenta ayudar a unos tipos a cambiar un foco de una farola. Cuando terminan, le dan la mano, se despiden, y cuando Francis se da la vuelta lo golpean y lo suben a una camioneta. Corro hacia ellos, consigo subirme a la camioneta, peleo, les muerdo, les doy patadas. Demasiado tarde: uno de ellos lleva la cabeza de Francis colgada al cinto, como si fuese un llavero.

cavernícolas

martes, 7 febrero 2012. Un grupo de cavernícolas sale de un portal dando alaridos. Se supone que van a darle una paliza a alguien. Un niño sale tras ellos. Lo paro, le pregunto si de verdad quiere ir. El niño se encoge de hombros. Le digo que no necesita ese recuerdo, que si va con ellos, quizá esa imagen violenta le venga a la cabeza de mayor en el peor de los momentos. El niño asiente. Lo abrazo. De repente ya no estamos frente a su portal sino en una biblioteca. Le cuento que puede llevarse libros a casa, leerlos y devolverlos luego. El niño me mira asombrado.
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Mi prima Cristina quiere que le corte el pelo. Después de pensármelo durante un rato, le corto un mechón de la coronilla y lo pongo sobre la mesa. Ella se lleva las manos a la cara y grita: ¡Noooooooooooooo!
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Estoy en una clase destartalada, un chico muy joven con el pelo afro explica el significado de una palabra. Alguien levanta la mano desde el fondo de la clase. Me parece reconocer a Xoán Abeleira (aunque nunca lo he visto en persona). Begoña no ha podido venir porque le duele un tobillo, dice. Ese no es el tema de hoy, aclara el chico del pelo afro. Una chica pregunta cómo se llaman las partes retorcidas que dividen a una salchicha de otra cuando van en una ristra. Ese tampoco es el tema de hoy, repite el chico con cierto cansancio.

asuntos familiares

lunes, 6 febrero 2012. Al entrar a la casa de mi abuela me llega botando una canica. Después de varios intentos la cazo al vuelo. Mi madre y mis tías corren hacia mí, me dicen que tenga mucho cuidado. Me fijo en la canica. Es transparente, dentro hay líquido y un feto diminuto con una mata de pelo que empieza en la frente y le baja por la espalda. Pienso que será de una de mis primas. Mi madre trae un cuenco con agua, dice que lo deje dentro con cuidado, que lo guardará en el frigorífico. Me pregunto si los golpes que se ha llevado afectarán al feto, también pienso si no estaría mejor poner el cuenco al sol, pero no digo nada porque prefiero no intervenir en asuntos familiares. Dejo con mucho cuidado la canica en el agua y mi madre se la lleva.

topillos miméticos

domingo, 5 febrero 2012. Ángeles acaba de llegar de viaje y quiere enseñarme sus nuevas cobayas. He tirado las jaulas, esta vez las voy a dejar sueltas por el jardín, dice. Hay más de veinte haciendo agujeros y comiéndose las plantas. No parecen cobayas, se parecen más a unos topillos que vi en un documental sobre el volcán Santa Helena. Cuando Ángeles no mira, los topillos se ponen en pie y me saludan con las patas delanteras, otros se mimetizan con lo que tienen detrás. Algunos, incluso, se vuelven de rayas o lunares de colores. Cuando ella los mira vuelven a ser topillos grises normales.

backstage

sábado, 4 febrero 2012. Ordeno ropa y algunos trastos en lo que parece un backstage. Llega el escritor Chivite, le tiendo una toalla y se la echa al cuello. Hablamos mientras yo sigo doblando prendas. De vez en cuando entra una mujer que no dice nada, pero lo mira y da golpecitos a su reloj de pulsera. Apoyo la oreja sobre la mesa, como si quisiera oír algo. Es tarde, debo irme ya o perderé el tren, le digo. Chivite también apoya su oreja sobre la mesa. Tenemos que irnos, dice y me besa. Seguro que volvemos a vernos, le digo. No lo creo, dice él.

hamaca en batería

viernes, 3 febrero 2012. Subo en ascensor a casa de mis padres. Al abrir la puerta veo en el descansillo a cuatro vecinas, cada una delante de su puerta. No enciendo la luz, no distingo sus caras. ¿Ha muerto alguien? Mi marido, dicen las cuatro a la vez. En la puerta de la casa de mis padres hay una nota pegada con fixo al marco de la puerta. Mas que una nota son veinte. Al despegarlas, me llevo parte del barniz del marco y pintura de la pared. La nota es de mi prima Cristina, explicando de manera complicadísima, incluso con gráficos y trozos de tela, que llegará un poco tarde. Pienso en mi padre, en cómo se podrá cuando vea que hay que barnizar de nuevo el marco de la puerta.
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Alberto está hablando por teléfono desde una hamaca de lona que hay entre dos coches aparcados a la puerta de la casa de mi abuela. Tiene la cara hinchada como si hubiese llorado. Le pregunto qué pasa, si ha muerto alguien. Murieron muchos judíos, dice. Has llorado o has comido algo que te ha dado alergia, insisto. Mi primo ha luchado contra una serpiente, pero no se ha podido hacer nada. ¿Qué primo? Juan Carlos. ¿Ha muerto Juan Carlos? No, la serpiente.