domingo, 19 febrero 2012. Mi madre dice que han llegado los libros que pedí. Voy a abrir la puerta que en realidad sólo es medio marco de puerta. La casa es una especie de terraza sin techo con los muros bajos y sillas de tijera mal colocadas. El cartero, que se parece mucho a Eduardo, saca libros muy viejos de Pompeyo Gener y Jaime Balmes que no recuerdo haber pedido. Entre las páginas desencuadernadas hay sellos antiguos. Se despide y lo acompaño a la puerta-marco. De repente la casa-terraza se llena de gente, nos cuesta avanzar. Ya puedes decir que hemos estado en Hong Kong, le digo a modo de disculpa. Se ríe y se acerca para darme un beso. Sus labios están muy duros. Recuerdo en ese momento las palabras de Joan: Las bocas en los sueños siempre son blandas.