miércoles, 15 febrero 2012. Mi padre ha inventado una especie de carricoche-centrifugadora que sirve para dejar a los animales en los huesos. De momento lo he probado sólo con lagartos, pero creo que también funcionaría con humanos, me dice. No entiendo nada. Tiene el cacharro delante, es mitad una atracción de feria en miniatura, mitad una centrifugadora de verduras. Cuando termina de girar, dentro aparece el esqueleto, completo y unido, de un lagarto. Mi padre mete la mano y lo saca, pinzándolo con dos dedos, del rabo. ¿Lo ves?, me dice satisfecho. No creo que funcione con humanos, le respondo.