sábado, 19 diciembre 2009. Vuelvo por un camino de tierra con varias chicas de uniforme. Yo voy vestida normal. Se supone que venimos de unos días de retiro. Entramos en una especie de hórreo. Apilo unos libros y, cuando voy a despedirme, una de las chicas me dice que soy una intrusa, que ella sabe que yo apostaté hace años y que sólo he ido a perder el tiempo. No respondo y salgo descolgándome por la ventana. La chica me insulta, su voz se hace cada vez más lejana hasta que dejo de oírla, aunque sólo esté de tres metros de ella. En el camino hay un coche rojo bastante hortera aparcado. Me pregunto si su dueño me sacaría cuanto antes de allí.