miércoles, 30 diciembre 2009. Estoy cocinando en una habitación muy desordenada. Incluso hay dos camas donde Salvatore y Cantos duermen. Sé que bajo la cama de Cantos hay dos gatos muertos. Se lo digo a Salvatore muy flojito para no despertar a Cantos. No te preocupes, sólo son crías, dice. Bajo la colcha para no verlos. Sigo cocinando. Tengo delante un libro de recetas abierto por la página de una sopa de naranja, pero decido hacer un pastel de calabaza. Sofrío un montón de verduras en una sartén enorme. Le digo a mi hermana que coja unas patatas y las vaya pelando. No sé pelar patatas, ni siquiera sé qué son patatas, dice. Esta rubia me va a ayudar, dice. Coge una de las muñecas ucranianas que me trajo Marga, y la pone delante de las patatas. La muñeca señala con el dedo. Estoy tan alucinada que se me queman las verduras y tengo que tirarlas. La sartén parece un nido gigante lleno de paja seca, y recuerdo la canción "Fibra de pájaro". Mientras la limpio para empezar de nuevo, pienso en Kb. En que cuando vaya a Logroño me dirá que va a ser padre.