vivir juntos separados

sábado, 12 diciembre 2009. El poeta Francisco Javier Casado me enseña un poema en 3D. Me recuerda a un juguete de la infancia, "Los imposibles" de Mattel, una burbuja transparente de base circular de unos ocho centímetros de diámetro. Dentro de la burbuja de Casado hay dos habitaciones simétricas idénticas. En una hay una figurita masculina y en otra una femenina que se parece a mí. El poema se titula "Vivir juntos separados", dice. Mientras muevo la burbuja en mis manos para hacer que los personajes se muevan, el poeta Casado y su novia Lidia me observan satisfechos sentados en dos hamacas simétricas idénticas.
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Alberto entra en una iglesia y dice que me dé prisa porque va a empezar. Se sienta en primera fila. Me siento justo detrás, junto a un chico que tiene el banco lleno de apuntes. El chico me cuenta que después de ese examen será economista, aunque no le guste nada. Yo dejé la carrera por eso, le digo. El chico se ríe. Alberto se vuelve y nos manda callar. Cuando empieza la misa me sorprende ver que el cura es Miguel López Gaspar, y el monaguillo Mocito Feliz.
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He quedado con alguien a quien nunca he visto en un hotel. Tengo que subir sin que nadie de recepción me vea. Hay dos ascensores y no sé cuál tomar. Como voy descalza elijo el que está tapizado de moqueta gris, incluso las paredes y el techo. Cuando el ascensor llega a mi planta, dejo que las puertas vuelvan a cerrarse y le doy al Bajo.
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Un barco llega a una ciudad plana, casi desértica. Un hombre me entretiene en cubierta preguntándome de dónde soy y si vengo a hacer turismo. Yo sólo quiero bajar del barco, pero tampoco quiero parecer maleducada. Mi amiga Begoña Paz me hace señas y voy hacia ella. Quiere que le haga una foto bajando del barco. Cuando la enfoco, lo que veo en pantalla son dos niños jugando. Aun así, disparo. Lo que era un desierto, de repente es un monte frondoso. Miro al hombre sorprendida. No imaginaba esto, le digo. California es todo sorpresas, dice.