el gato cuida nichos

miércoles, 2 diciembre 2009. Voy en el asiento de atrás del coche, un chico conduce, es mi coche pero el volante está a la derecha. Una chica se acerca cuando estamos parados en un semáforo y le da patadas a las puertas. El chico dice que es un exnovia y que está loca. Cuando aparcamos, me acerco a la chica para pedirle explicaciones. La chica se convierte en una planta con pelos blancos que parece una medusa. Arranco la planta de la tierra y la levanto hasta la altura de mi cara. No se puede odiar a la humanidad, le grito.
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Andrés Gómez Miranda dice que ya tiene todo listo para su lectura de poemas. Señala al suelo. Veo un acordeón, un Do-re-mí y un ordenador de Pocoyó. Le pido que me preste el acordeón. Comienzo a tocar como una auténtica profesional. ¿Crees que le parecerá mal a Paco Cumpián si leo dentro de un acuario?, me pregunta.
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Vivo en China, en una habitación con pocos muebles. Salgo a la calle y veo a una mujer muy pequeña. La sigo, porque se supone que es mi madre aunque tiene aspecto de china. Cruzamos un jardín precioso, imagino que se dirige a su casa y apuro el paso para alcanzarla. ¿Quieres ver mi casa?, me pregunta y abre la puerta. Al abrirla un grifo comienza a echar agua y a mojarlo todo. El suelo está lleno de colillas, sólo hay un catre sin sábanas. La casa es una habitación con muchas posibilidades, con dos terrazas a distintos niveles. La imagino ordenada y limpia y pienso que podría ser feliz allí. La china que se supone que es mi madre no me atiende cuando le hablo. Un chico alto entra y saca una cerveza de un frigorífico con puerta de cristal. Cuando voy a bajar del desnivel de la terraza, el chic me aprieta contra su cuerpo para ayudarme a bajar. Mi cara queda a al altura de la suya y pienso que va a besarme, pero sólo me da un pequeño beso en la cara. En el suelo ha calcetines sucios y un trozo de espumillón verde. Lo recojo y salgo triste y enfadada. En el jardín hay un gato negro durmiendo enroscado. Pienso en que nunca he visto un gato chino. El gato al desenroscarse es enorme y me ataca. Al intentar quitarme lo que llevo en la mano se me queda prendido de los dedos. Sus colmillos me hacen mucho daño. Intento deshacerme de él con el gesto de quien baja la temperatura de un termómetro. El gato cae al fin al suelo, pero ha conseguido quitarme un calcetín y el espumillón. Lo sigo. Me acerco a su escondite. El gato ha enmarcado una lápida con el espumillón y ha colocado el calcetín a modo de bandera. Las letras están en chino y no sé quién está allí enterrado. Me da tanta pena, que no recupero mis cosas y me alejo. Cruzo de nuevo el jardín y pienso que debe de haber una puerta para volver a mi mundo. abro la puerta de unos servicios públicos y cruzo entre lavabos. El chico alto aparece de nuevo. Le cuento desesperada todo lo que me ha pasado. Los problemas con la mujer china que se hace pasar por mi madre y con el gato que cuida nichos. El chico me agarra por la cintura y acerca mi cuerpo al suyo. de repente me doy cuenta de que estoy muy resfriada y no puedo respirar por la nariz. Pienso que si me besa moriré ahogada.