domingo, 31 enero 2010. Alberto y Salvador están sentados frente a mí. Le voy pasando ropa a Alberto. Se la pone en el orden que se la doy a pesar de que primero le alcanzo unos pantalones y después unos calzoncillos. Miro a Salvador, está muy joven, no tiene barba. Observo que su nariz cambia de forma. Cuando se le pone muy pequeña parece un ruso, pienso. Oímos ruido en la calle. Un motocarro ha caído de lado junto a la acera. Al correr la lona para ver si hay heridos, vemos a cinco chinos, uno de ellos atado con una soga gruesa. Corro a un bar para que avisen a la policía, pero la gente que hay en el bar se esconde bajo las mesas.
ale hop
sábado, 30 enero 2010. He quedado en un bar con unos amigos. Para llegar paso por un taller de costura donde unas chicas sacan patrones en papel marrón. Al llegar al bar, mi prima Elisa está tumbada en el suelo, entre la gente, como si estuviera tomando el sol. Cuando me siento a su lado dice, ¡Ale hop!, y se quita las dos piezas del bikini de un tirón.
sr. chinarro
viernes, 29 enero 2010. Vivo en una casa destartalada con Sr. Chinarro. Cada mañana dibujamos juntos en una mesa de despacho enorme. Dormimos en la misma cama, comemos en una terraza llena de plantas que se han secado. Una mañana él se queja de que nunca discutimos por nada. Nos llevamos bien, le digo. Me guía la mano sobre un dibujo. y dice que desayune de una vez. Le pregunto si le pagan por cuidarme. Pone cara de que lo he pillado. Sí, responde, pero si ellos se enteran de que lo sabes no me podré comprar una casa en Almería. Le digo que no diré nada. Un montón de chicas en sujetador entran en el despacho y se pasean delante de nuestras narices. Por fin tendrás algo que hacer de verdad, le digo. Mientras tanto, una chica muy joven me pide que le escriba las direcciones de mis blogs. Por más que lo intento ni yo entiendo la letra. Escribo en trozos de papel, una y otra vez, las mismas palabras, pero no me sale. Tengo la mesa llena de papelitos mal escritos. La chica me grita que soy una neurótica, que le escriba esas direcciones de una puta vez, dice. Cuando Sr. Chinarro oye los insultos se acerca inmediatamente. Sólo es perfeccionista, le dice a la chica mientras la aleja de mí retorciéndole el brazo.
tierra, sal y pechos perfectos
martes, 26 enero 2010. La explanada de la iglesia de la Victoria está levantada llena de tierra rojiza. Desde lo alto de la iglesia Joan Masip me tira bolas enormes de tierra.
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Estoy en el funeral de mi suegra. Un amigo de la infancia dice que si no me pongo sal en la cara no podrán enterrarla.
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He quedado con Alejandro Robles en un bar acristalado. Por la acera pasan actrices famosas. Maribel Verdú pasa vestida de flamenca, con un vestido rociero negro y amarillo bastante feo. Se acerca a Alejandro y le pide que le enseñe el pecho desnudo. Cuando lo ve, dice entusiasmada: ¡Son perfectos, quiero unos iguales!
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Estoy en el funeral de mi suegra. Un amigo de la infancia dice que si no me pongo sal en la cara no podrán enterrarla.
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He quedado con Alejandro Robles en un bar acristalado. Por la acera pasan actrices famosas. Maribel Verdú pasa vestida de flamenca, con un vestido rociero negro y amarillo bastante feo. Se acerca a Alejandro y le pide que le enseñe el pecho desnudo. Cuando lo ve, dice entusiasmada: ¡Son perfectos, quiero unos iguales!
me parece lícito
domingo, 24 enero 2010. Salud, Mariángeles y yo estamos en lo que parece un taxi parado en mitad de la Alameda. Mariángeles me cuenta una lectura de poemas, allá por el 91, cuando Isabel Pérez Montalbán dijo aquella frase emblemática "Me parece lícito". No comprendo cómo puede acordarse si ella no estuvo en la lectura. De repente me fijo en el taxista, el poeta Agustín Calvo Galán. Lleva gabardina con el cuello levantado y va peinado con una onda estilo años 50. Es igual al marido de Samantha, la de "Embrujada", les digo.
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Salud y un tipo grande con bigote hablan en un bar. Parece un bar de facultad, desangelado con mesas feas y mala luz. Junto a un espejo enorme hay tres adolescentes. Me acerco a preguntarles si estuvieron en el concierto de los "Stupid fight". Una de las chicas me dice que no, pero que su hermano sí y como se parecen mucho por eso me he confundido. La chica me habla de que con quince años empezó a vestir de negro, aunque lleva un jersey de colores. Mientras me habla me veo reflejada en el espejo. Tengo el pelo larguísimo. Vuelvo con Salud y el tipo del bigote. Salud se ha quemado el abrigo con el cigarrillo, lleva un montón de marcas dimiutas circulares. Sin que yo le diga nada me dice que deje de decirle que deje de fumar. Salimos a la calle. En los escalones han puesto un petardo. Paso por encima y no digo nada. Cuando pasa el tipo del bigote, le explota.
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Salud y un tipo grande con bigote hablan en un bar. Parece un bar de facultad, desangelado con mesas feas y mala luz. Junto a un espejo enorme hay tres adolescentes. Me acerco a preguntarles si estuvieron en el concierto de los "Stupid fight". Una de las chicas me dice que no, pero que su hermano sí y como se parecen mucho por eso me he confundido. La chica me habla de que con quince años empezó a vestir de negro, aunque lleva un jersey de colores. Mientras me habla me veo reflejada en el espejo. Tengo el pelo larguísimo. Vuelvo con Salud y el tipo del bigote. Salud se ha quemado el abrigo con el cigarrillo, lleva un montón de marcas dimiutas circulares. Sin que yo le diga nada me dice que deje de decirle que deje de fumar. Salimos a la calle. En los escalones han puesto un petardo. Paso por encima y no digo nada. Cuando pasa el tipo del bigote, le explota.
ovillos de lana
sábado, 23 enero 2010. Dibujo en el suelo con tiza un retrato de la Duquesa de Alba que más bien parece la Virgen del Rocío. Lo borro con saliva. Veo a mi padre en la terraza sacar las manos para comprobar si llueve. No llueve, voy a llevarle fruta a Tony, dice. Supongo que se refiere a Tony Good, el hermano de Emilio, pero no comprendo de qué lo conoce. Yo también voy a buscar fruta en un cesto, pero sólo hay ovillos de lana.
ecuación
jueves, 21 enero 2010. Estoy sentada en el escalón que daba al jardín de la casa de mi abuela. No me atrevo a moverme porque noto dentro del cuerpo bolas de masa de pan cruda y tengo miedo a desmoronarme. Mi tía Encarna se asoma y me pregunta si quiero una bolsa. Le digo que ya tengo una. Me pongo una bolsa de plástico sobre la cabeza, me cuesta mucho respirar. Mi prima Elisa se sienta a mi lado y me pregunta cómo conseguí sacar el punto de la bufanda que hice para Clara, la hija de mi amigo Daniel. Primero tienes que llegar a la ecuación correcta y después tejer sin parar, le digo.
buzón
martes, 19 enero 2010. Llego al portal de la casa de mis padres y saludo a una niña. Le pregunto si ha ido a la playa porque está muy morena. Mientras le hablo me doy cuenta de que en realidad es negra. Siento una vergüenza enorme a pesar de que es una niña muy pequeña y ni siquiera sabe lo que le he dicho. Abro el buzón y hay un montón de cartas. Revistas científicas a nombre de Alberto y unos sobres muy pequeños de colores con billetes de cinco euros doblados muchas veces. No entiendo qué hace todo eso allí y decido dejarlo donde está. Cuando estoy a punto de salir a la calle, veo a mi cuñada acercarse al buzón, abrirlo y llevarse todo lo que hay dentro. No comprendo cómo ha conseguido la llave del buzón de mis padres.
calimero
lunes, 18 enero 2010. Alguien me dice que un tipo viene a por mí. Estoy en el dormitorio de mi suegra y salto por la ventana. a pesar de ser un séptimo piso caigo de pie. Entro en un bar para diluirme entre la gente, pero el bar está vacío así que pienso que no quiero escapar y me siento a esperar al tipo tranquilamente, y me acuerdo de una novela de Diego Medina que se titulaba algo así como "Esperando la muerte al lado de la ventana". El tipo llega pistola en mano y se sienta frente a mí. Le pregunto por qué quiere matarme. Lo metiste en un huevo gigante y lo dejaste caer por las escaleras. No sé de qué me habla, intento visualizarlo y doy con una imagen de un Calimero gigante cayendo por una escalera. No sé de qué me hablas, pero me da igual, le digo, dispara de una vez que estoy muy cansada.
lagarto
domingo, 17 enero 2010. Mi madre dice que no se atreve a entrar en la cocina porque le da miedo una de las macetas. No comprendo nada. Efectivamente, dentro de un cesto hay una planta muy rara. Cuando me fijo bien, veo que la planta es en realidad un lagarto con manchas, está dormido y enroscado en el cesto como las anguilas de mazapán. No te preocupes, le digo a mi madre, a partir de ahora yo me encargaré de regarlo.
hebras de hilo
sábado, 16 enero 2010. Estoy en un edificio con escaleras enormes. Parece noche vieja. Pasa mucha gente con ropa de fiesta y racimos de uva en las manos. Pasan a mi lado como si yo fuera invisible. Oigo decir que Carmen y Enrique han llegado. Subo a todo correr para encontrarme con ellos, pero tampoco pueden verme. En el piso de abajo me espera Alberto, que piensa que le he dado plantón porque también soy invisible para él. Me siento en la escalera a esperar ser visible o a que ellos recuperen la vista. Al cabo de un rato, Kb se sienta a mi lado sin verme, sin saber que estoy allí, y saca unas hebras de hilo de colores. Pienso que esas hebras eran para mí y está triste porque no ha podido dármelas.
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Vivo en una casa sin puertas ni ventanas. A cada momento llegan parejas, familias enteras, diciendo que esa casa es suya y que tengo que marcharme. Los voy acomodando en el salón y les digo que tengan paciencia, que pronto llegará la policía con los papeles de la casa para demostrar que es mía. Todos sacan papeles a la vez y los agitan sobre sus cabezas. ¡Es mía, es mía!, gritan a la vez.
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Alberto y yo llevamos dentro de los puños cerrados la cenizas de su madre. Caminamos hasta un árbol y las lanzamos contra el tronco. Alberto dice que lo acompañe a sacarse el carnet de vehículos pesados. Camina tan deprisa delante de mí que no puedo alcanzarlo. Al llegar a una rotonda, unos tipos de su trabajo nos disparan con armas de juguete. Alberto saca una metralleta enorme. Juegan un rato. Los observo desde lejos. Subimos a unas ruinas y caminamos en fila. El suelo está cubierto de exvotos infantiles, ángeles y niños de rodillas rezando. Cojo del suelo una niña-sirena que cuelga de un lazo celeste de raso pensando en que puede gustarle a mi amigo Luciano. Inmediatamente la vuelvo a dejar en el suelo. Joan, que camina detrás de mí, me dice que no la deje, que hay que guardarlo todo porque si no acabará perdiéndose. Me extraña que precisamente él diga eso. Le explico, como si no me conociera ya de sobra, que yo antes guardaba cosas, pero que he decidido deshacerme de todo. Sólo guardaré hebras de hilo. Hoy empiezo a juntar, le digo.
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Vivo en una casa sin puertas ni ventanas. A cada momento llegan parejas, familias enteras, diciendo que esa casa es suya y que tengo que marcharme. Los voy acomodando en el salón y les digo que tengan paciencia, que pronto llegará la policía con los papeles de la casa para demostrar que es mía. Todos sacan papeles a la vez y los agitan sobre sus cabezas. ¡Es mía, es mía!, gritan a la vez.
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Alberto y yo llevamos dentro de los puños cerrados la cenizas de su madre. Caminamos hasta un árbol y las lanzamos contra el tronco. Alberto dice que lo acompañe a sacarse el carnet de vehículos pesados. Camina tan deprisa delante de mí que no puedo alcanzarlo. Al llegar a una rotonda, unos tipos de su trabajo nos disparan con armas de juguete. Alberto saca una metralleta enorme. Juegan un rato. Los observo desde lejos. Subimos a unas ruinas y caminamos en fila. El suelo está cubierto de exvotos infantiles, ángeles y niños de rodillas rezando. Cojo del suelo una niña-sirena que cuelga de un lazo celeste de raso pensando en que puede gustarle a mi amigo Luciano. Inmediatamente la vuelvo a dejar en el suelo. Joan, que camina detrás de mí, me dice que no la deje, que hay que guardarlo todo porque si no acabará perdiéndose. Me extraña que precisamente él diga eso. Le explico, como si no me conociera ya de sobra, que yo antes guardaba cosas, pero que he decidido deshacerme de todo. Sólo guardaré hebras de hilo. Hoy empiezo a juntar, le digo.
caracoles
viernes, 15 enero 2010. Mi amigo el poeta Agustín Calvo Galán me enseña una nave llena de caracoles. Están comiendo. Si te fijas, dice Agustín, hacen el mismo ruido al masticar que cuando pisas la nieve. Me tumbo entre ellos y dejo que me coman el pelo.
azotes
jueves, 14 enero 2010. Hay una cama en mitad de un patio, el patio parece de adobe y tiene los muros bajos. Hace sol. Un tipo mitad David González mitad Camilo de Ory, juega a darme azotes. Otro tipo parecido al actor Alberto Sanjuán, camina haciendo equilibrios por el borde del muro hasta que cae hacia el otro lado. Ha muerto, dice el tipo que me azota. Al asomarme veo que al otro lado hay agua y el supuesto Sanjuán nada felizmente.
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Veo aparecer una manada de perros. Nunca me han dado miedo, pero corro a esconderme junto a un tipo sentado a la puerta de un bar. No dejes que me laman la cara, le digo. El tipo se ríe y no hace nada por ayudarme. Todos los perros me lamen la cara a la vez.
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Entro en un banco para abrir una cuenta. Al sacar el carnet, veo que me he confundido y sólo llevo el del Málaga C.F. Una chica muy amable me acompaña a unos ascensores ocultos entelados de moqueta verde. Me gustan. Una niña me acompaña. Nos hacen pasar al despacho del director, un barbudo que tiene la mesa llena de figuritas de hadas y duendes. Recojo del suelo un broche diminuto con forma de pastora y se lo dejo encima de la mesa. El barbudo me mira y sonríe. La niña que me acompaña rompe una silla sin querer. De la silla sale agua. El despacho se convierte en un jardín y la mesa en una cocina de leña. El barbudo quiere que nos quedemos a cenar.
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Veo aparecer una manada de perros. Nunca me han dado miedo, pero corro a esconderme junto a un tipo sentado a la puerta de un bar. No dejes que me laman la cara, le digo. El tipo se ríe y no hace nada por ayudarme. Todos los perros me lamen la cara a la vez.
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Entro en un banco para abrir una cuenta. Al sacar el carnet, veo que me he confundido y sólo llevo el del Málaga C.F. Una chica muy amable me acompaña a unos ascensores ocultos entelados de moqueta verde. Me gustan. Una niña me acompaña. Nos hacen pasar al despacho del director, un barbudo que tiene la mesa llena de figuritas de hadas y duendes. Recojo del suelo un broche diminuto con forma de pastora y se lo dejo encima de la mesa. El barbudo me mira y sonríe. La niña que me acompaña rompe una silla sin querer. De la silla sale agua. El despacho se convierte en un jardín y la mesa en una cocina de leña. El barbudo quiere que nos quedemos a cenar.
jersey azul
miércoles, 13 enero 2010. Una dependienta de unos grandes almacenes me pregunta si busco algo, y sin esperar mi respuesta me lleva a un mostrador lleno de jerseys azules. Nunca visto de azul, le digo. Es el color que más favorece, dice. Me explica que es una nueva forma de venta, que sólo tengo que pagar en función de lo que me guste la prenda. ¿Cuánto pagaría por este jersey azul? Como mucho cuatro euros, le digo. La chica se pone a llorar. ¡No llore, le doy diez!
aceite y larvas
martes, 12 enero 2010. Un tipo dibuja con los pulgares sobre una pizarra. Cualquier trazo se convierte en un dibujo animado. Le pregunto si podría pasarme los pulgares por la cara y borrarme las pecas. Empieza por mi frente. Noto cómo se me va llenando de aceite, incluso el pelo. Le digo que no siga. Entro al cuarto de baño e intento librarse del aceite. Oigo cómo mi padre me llama para comer. Cuando salgo, el tipo me da un estuche infantil para guardar los lápices, pero no hay nada. Mira bien, dice. Entre las costuras hay varias larvas. Las dejo caer al suelo, parecen muertas. Si tienes paciencia se convertirán en mariposas, dice. Las miro muertas en el suelo.
revista de moda
lunes, 11 enero 2010. Espero el autobús en la Alameda. Parece de noche pero hay un sol enorme. La gente forma una fila justo delante de mí. Un tipo bastante tosco manda a su amigo a comprar una revista de moda. Mientras, les hace bromas a los de la fila tirándoles del pelo. Un niño me pregunta si he sido yo. Me encojo de hombros. El tipo tosco, en agradecimiento por no delatarlo, me presta la revista. Es de trajes de noche.
pene
domingo, 10 enero 2010. Tengo un pene enorme y una novia que me dice que le duele cuando la penetro. Nos hemos colado en una casa y tenemos que darnos prisa antes de que lleguen sus dueños. Mi supuesta novia se ha vestido y ha saltado por la terraza hacia un jardín donde hay mesas vestidas para una celebración. Recojo la ropa y limpio los restos de semen, después también salto por la terraza. Vuelvo sobre mis pasos porque he olvidado mi camiseta. Al entrar me doy de narices con la dueña de la casa. Le digo que soy amiga de su hijo y que hace uno días olvidé una prenda. Me da la camiseta y me invita amablemente a tomar algo. Quiero irme de allí cuanto antes. Le digo que tengo que tomar el cercanías. Ahí llega, dice señalando el jardín. El jardín es una playa cruzada por vías. Corro hacia el tren, pero lo pierdo.
llavero
sábado, 9 enero 2010. Una pareja y yo separamos plástico y metal de unas bolsas de basura que alguien ha esparcido por el suelo. Parece un invernadero sin plantas. En el centro hay una mesa muy tosca hecha con tablones donde he dejado un jersey y las llaves de casa. Mi hermana, muy pequeña, dice que quiere acostarse. La acompaño a la cama y la arropo. Me doy cuenta de que es de madrugada y que llevamos reciclando basura toda la noche. Todavía nos queda el vidrio, dice la chica. El chico coge mi llavero y lo cambia por la arandela del suyo. Le pregunto si le gusta la frase que lleva grabada "nec spe nec metu". Dice que no sabía que era mío y quiere devolvérmelo. Quédatelo, le digo.
barça
viernes, 8 enero 2010. Veo a Ferran Fernández y Antonio Muñoz Quintana, concentrados, dibujando algo. Intentan reproducir el escudo del Málaga. Dicen que el verdadero lleva un muro color rojo, pero no saben dónde. Me piden que lo dibuje, pero no les convence. Entonces dibujo el escudo del Barça. ¿Os convence más éste?, les digo.
lo mismo
jueves, 7 enero 2010. Lo mismo estoy en un descampado con un lago a punto de congelarse, como en un vagón de tren. Lo mismo estoy hablando con personas como, con dibujos animados. Lo mismo Iker Biguri me dice que ha cosido un vestido para Nuria, como Homer Simpson me quiere vender un reloj despertador con forma de cabeza de la abeja Maya. Lo mismo Ferran Fernández me dice que no pareceré un hombre aunque me disfrace con gorra, que Harry Potter me da a escondidas un cacao para los labios que los congela en vez de protegerlos.
cerebro y piedras azules
miércoles, 6 enero 2010. Mi amiga Salud quiere robar un cerebro de un laboratorio. Hay un cuerpo sobre una mesa de disección, Salud abre el cráneo como si desenroscara un bote de pepinillos, incluso hace el mismo ruido. le digo que se dé prisa porque viene alguien. La habitación está acristalada. Le digo que apague las luces, me dé la llave y se esconda bajo un mueble. Cierro la puerta desde dentro, pero hay otra puerta al fondo. La puerta se abre, entra un tipo con bata y Pedro Almodóvar. Salud, din mediar palabra, les clava un bisturí y corre con el cerebro en las manos. Corro tras ella. En la calle, en vez de huir, dice que tiene que sacar dinero de un cajero para comprar tabaco.
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Entro en una habitación para sacar ropa del armario y veo mi cuerpo desnudo sobre la cama. Me fijo en los pechos y pienso que ya me gustaría tenerlos así de pequeños. Meto la ropa en mi bolsa de Pippi y salgo. De camino a casa de mis padres me cruzo con el escritor Antonio Soler que va hablando con una chica rubia muy guapa. Los oigo hablar en inglés de Australia. La acera de la calle de mis padres está cubierta de piedras volcánicas de color celeste. Pienso en si coger alguna para el escritor Chivite, pero pienso que tendría una imagen distorsionada de Málaga. Al llegar al portal no puedo abrir la puerta porque una mochila enorme atranca la puerta. El portal está lleno de ropa desperdigada. Cuando al fin consigo entrar, un chico sale de debajo de la escalera. Lo saludo con desconfianza. El chico amontona disimuladamente la ropa hacia un lado con un pie. El ascensor no baja por más que pulso el botón, intento abrirlo con la misma llave que cerré la puerta en el sueño anterior. Oigo que el chico de antes se acerca y decido subir por las escaleras. Quiero llegar cuanto antes a casa de mis padres, pero siento la obligación de ir contando los escalones, además, noto los bolsillos llenos de piedras, y todo eso me hace ir más lento.
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Entro en una habitación para sacar ropa del armario y veo mi cuerpo desnudo sobre la cama. Me fijo en los pechos y pienso que ya me gustaría tenerlos así de pequeños. Meto la ropa en mi bolsa de Pippi y salgo. De camino a casa de mis padres me cruzo con el escritor Antonio Soler que va hablando con una chica rubia muy guapa. Los oigo hablar en inglés de Australia. La acera de la calle de mis padres está cubierta de piedras volcánicas de color celeste. Pienso en si coger alguna para el escritor Chivite, pero pienso que tendría una imagen distorsionada de Málaga. Al llegar al portal no puedo abrir la puerta porque una mochila enorme atranca la puerta. El portal está lleno de ropa desperdigada. Cuando al fin consigo entrar, un chico sale de debajo de la escalera. Lo saludo con desconfianza. El chico amontona disimuladamente la ropa hacia un lado con un pie. El ascensor no baja por más que pulso el botón, intento abrirlo con la misma llave que cerré la puerta en el sueño anterior. Oigo que el chico de antes se acerca y decido subir por las escaleras. Quiero llegar cuanto antes a casa de mis padres, pero siento la obligación de ir contando los escalones, además, noto los bolsillos llenos de piedras, y todo eso me hace ir más lento.
saliva
lunes, 4 diciembre 2010. Estoy sentada frente a un solar que da al mar. Parece Cádiz por la luz. Un chico vestido de soldado se sienta a mi lado y sin mediar palabra me besa. Su lengua es enorme, pienso en una vaca, y le sale un montón de saliva. Yo aprieto mucho los labios para que no me entre ni una gota.
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Alguien ha vaciado mi armario y lo ha llenado de objetos de papelería con un superhéroe dibujado. No comprendo nada.
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Alguien ha vaciado mi armario y lo ha llenado de objetos de papelería con un superhéroe dibujado. No comprendo nada.
neil young
domingo, 3 diciembre 2010. Carlos y yo estamos tirados en el suelo. Él juega con su móvil y yo apunto títulos de canciones en un trozo de cartón. Miro la habilidad de sus dedos sobre las teclas diminutas y la comparo con mi letra apretada sobre el cartón. Pienso que ahí están los 32 años que nos separan. Apúntame todas las que tengas de Neil Young, dice sin dejar de mirar la pantalla del móvil.
comida y más comida
sábado, 2 enero 2010. Carlos llega a casa. Lleva las manos en los bolsillos de la sudadera y la capucha puesta. Le pregunto si quiere comer algo. Sin decir nada se sienta a la mesa. Le sirvo un plato de algo que parece puré. Sabe a arenas movedizas, dice a la primera cucharada.
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En la cocina de la casa de mi suegra hay mucha gente mirando una tele pequeña. Un tipo, que parece italiano, me dice que debería servir la cena. Dice que ha traído pasta. Saca un tupper del armario con restos de macarrones mezclados con espaguetis. Me habla de los distintos platos que pueden hacerse con calabaza. Mi suegro, que murió hace años, entra en la cocina. Espero que haya postre, dice.
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Parece un cine, pero cuando las luces se encienden es una tienda de productos exóticos. Pueden tomar lo que quieran, sobre todo café porque no nos ha costado nada, dice una chica. Todos lo que están allí se lanzan comer como si estuvieran hambrientos. Me pregunta por qué no como nada. No sé qué decir.
+
Intento ordenar el dormitorio de mi hermana. Mi padre abre la puerta y me dice que ha llegado Andrés. Viene con mi prima Elisa y su hijo Darío. Me sorprende que Darío ya no tenga el pelo rizado. Sin embargo, Andrés, luce una melena afro hasta los hombros. Me ayudan a hacer la cama y a doblar ropa. Después, Andrés saca unos pastelitos japoneses muy pequeños. Dice que los ha hecho su madre para mí.
+
En la cocina de la casa de mi suegra hay mucha gente mirando una tele pequeña. Un tipo, que parece italiano, me dice que debería servir la cena. Dice que ha traído pasta. Saca un tupper del armario con restos de macarrones mezclados con espaguetis. Me habla de los distintos platos que pueden hacerse con calabaza. Mi suegro, que murió hace años, entra en la cocina. Espero que haya postre, dice.
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Parece un cine, pero cuando las luces se encienden es una tienda de productos exóticos. Pueden tomar lo que quieran, sobre todo café porque no nos ha costado nada, dice una chica. Todos lo que están allí se lanzan comer como si estuvieran hambrientos. Me pregunta por qué no como nada. No sé qué decir.
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Intento ordenar el dormitorio de mi hermana. Mi padre abre la puerta y me dice que ha llegado Andrés. Viene con mi prima Elisa y su hijo Darío. Me sorprende que Darío ya no tenga el pelo rizado. Sin embargo, Andrés, luce una melena afro hasta los hombros. Me ayudan a hacer la cama y a doblar ropa. Después, Andrés saca unos pastelitos japoneses muy pequeños. Dice que los ha hecho su madre para mí.
desobediencia
Siempre he sido desobediente, eso dicen. No me lo creí nunca hasta leer este poema de mi querido Juan Marqués que se titula, precisamente así, Desobediencia:
Cuando caiga la luz
que nadie me confunda con mis sueños.
Aquí me quedo,
firme,
dejándome llevar.
Pues eso, que nadie me confunda con mis sueños.
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