saliva

lunes, 4 diciembre 2010. Estoy sentada frente a un solar que da al mar. Parece Cádiz por la luz. Un chico vestido de soldado se sienta a mi lado y sin mediar palabra me besa. Su lengua es enorme, pienso en una vaca, y le sale un montón de saliva. Yo aprieto mucho los labios para que no me entre ni una gota.
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Alguien ha vaciado mi armario y lo ha llenado de objetos de papelería con un superhéroe dibujado. No comprendo nada.