viernes, 29 enero 2010. Vivo en una casa destartalada con Sr. Chinarro. Cada mañana dibujamos juntos en una mesa de despacho enorme. Dormimos en la misma cama, comemos en una terraza llena de plantas que se han secado. Una mañana él se queja de que nunca discutimos por nada. Nos llevamos bien, le digo. Me guía la mano sobre un dibujo. y dice que desayune de una vez. Le pregunto si le pagan por cuidarme. Pone cara de que lo he pillado. Sí, responde, pero si ellos se enteran de que lo sabes no me podré comprar una casa en Almería. Le digo que no diré nada. Un montón de chicas en sujetador entran en el despacho y se pasean delante de nuestras narices. Por fin tendrás algo que hacer de verdad, le digo. Mientras tanto, una chica muy joven me pide que le escriba las direcciones de mis blogs. Por más que lo intento ni yo entiendo la letra. Escribo en trozos de papel, una y otra vez, las mismas palabras, pero no me sale. Tengo la mesa llena de papelitos mal escritos. La chica me grita que soy una neurótica, que le escriba esas direcciones de una puta vez, dice. Cuando Sr. Chinarro oye los insultos se acerca inmediatamente. Sólo es perfeccionista, le dice a la chica mientras la aleja de mí retorciéndole el brazo.