miércoles, 31 marzo 2010. Camilo y yo estamos sentados en un bar con otra chica, la chica saca papeles de una carpeta y nos los da a firmar, después se marcha. Le digo a Camilo que siempre me gustó su pelo. Lo dices para caerme bien, dice. Le hago un gesto para que acerque la cabeza y le paso los dedos hacia atrás, como si fueran un peine. Necesitas suavizante, le digo. La chica vuelve, dice que ya está bien de charla. La mesa se transforma en una cama, nos metemos vestidos y nos tapamos con varias mantas. Permanecemos así un buen rato hasta que suena el teléfono. Alberto dice que si no consigo quedarme embarazada de en dos días, vuelva a casa. ¿Lo dejamos?, pregunto a Camilo. Si no lo hemos hecho ya es que no lo deseamos tanto, dice.
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Mi hermana dice que me siente en el sueño, delante del Cac, para hacerme una foto. Cuando dispara pone el dedo delante del objetivo. Le digo que la foto no saldrá. Se enfada muchísimo, dice que si no sale la foto es porque yo he roto la cámara. ¡La has roto tú, la has roto tú!, grita. Mi padre aparece comiendo galletas. Vaya, galletas de miel, le digo. Mi padre y mi hermana niegan con la cabeza, dicen que no tengo ni idea de lo que hablo.
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Mi hermana dice que me siente en el sueño, delante del Cac, para hacerme una foto. Cuando dispara pone el dedo delante del objetivo. Le digo que la foto no saldrá. Se enfada muchísimo, dice que si no sale la foto es porque yo he roto la cámara. ¡La has roto tú, la has roto tú!, grita. Mi padre aparece comiendo galletas. Vaya, galletas de miel, le digo. Mi padre y mi hermana niegan con la cabeza, dicen que no tengo ni idea de lo que hablo.