de colegialas perdidas y buenas intenciones

lunes, 15 marzo 2010. Voy por una calle que no conozco. Oigo hablar a la gente y tampoco reconozco el idioma. Voy vestida de colegiala, llevo una bolsa de deporte que pesa mucho. La gente me mira y se sorprende, algunos se ríen, porque no voy abrigada y hace mucho frío. Camino por la misma acera sin saber hacia dónde ir. Veo una chica con un uniforme igual al mío. Arrastra un carrito de cuadros. Cada vez que intento seguirla, la adelanto sin querer y entonces es ella quien me sigue a mí.
+
Intento terminar de escribir un documento que tengo que entregar urgentemente. Uso una máquina muy antigua. Algunas letras saltan. Mi amigo Salvador dice que va a ayudarme, y, desde el otro lado, con la máquina del revés, le da a unas cuantas letras al tuntún. A esta máquina le falta la P, dice. Saca el papel de la máquina y escribe a mano. Reconozco su buena intención, no le digo nada, pero pienso que tengo que volver a empezar por su culpa.