lunes, 29 marzo 2010. Un niño de unos doce años corre por la terraza. Se sube al muro y se lanza de pie con los brazos en cruz. Mientras corro para ver qué le ha pasado, pienso: esto es un sueño y el niño estará jugando en el jardín de abajo, aunque se hubiera tirado de cabeza, esto es un sueño. Al asomarme, el cuerpo del niño está estrellado en el suelo sobre un charco de sangre.