viernes, 26 marzo 2010. Se celebra una Olimpiada en un país africano. Voy entre los atletas de la maratón. La mayoría son hombres negros altísimos. Todos van descalzos a pesar de que la pista es de tierra. Yo llevo unas zapatillas rojas de suela muy fina. Pienso que me clavaré cada piedra que pise. Para amortiguar el dolor corro con los ojos cerrados. Una vez en la meta, sacan una cartulina con los nombres de los diez primeros en llegar. Leo mi nombre en el segundo lugar, al lado de las palabras "Medalla de plata", varios puestos por encima del que era el campeón mundial. Me empujan para que suba al podio, voy agarrándome a los que encuentro a mi paso porque no quiero subir. No sé qué hago allí, no entiendo nada.